Nuestro Director Espiritual a los hermanos de la Corporación ante la Estación de Penitencia
“Cuando levantéis al Hijo del Hombre, sabréis que Yo soy” (Jn 8,21)
Cada Lunes Santo el corazón se acelera al preparar la túnica negra, el esparto y ajustamos su capirote pensando…¡Ya llegó el día!; pero sobre todo cuando alzamos la mirada una vez llegados al convento de san Francisco y contemplamos al soberano Cristo de la Vera+Cruz, bellamente exornado y alumbrado por los guardabrisas…
He aquí que levantamos la mirada al que está alzado con tanta majestad, en el madero santo de la Cruz. Parecen cumplirse aquellas proféticas palabras “Y mirarán al que traspasaron”. En verdad el misterio de la Cruz revela la plenitud del amor de Dios.
Comenta el Papa Benedicto XVI al respecto: “En la Cruz, Dios mismo mendiga el amor de su criatura: Él tiene sed del amor de cada uno de nosotros. El apóstol Tomás reconoció a Jesús como «Señor y Dios» cuando puso la mano en la herida de su costado. No es de extrañar que, entre los santos, muchos hayan encontrado en el Corazón de Jesús la expresión más conmovedora de este misterio de amor”.
Y es que aquí radica la grandiosidad y maravilla del misterio de la Pasión del Señor, que Cristo no murió por los justos ni por los santos, sino por los pecadores e incluso por tantos de aquellos/as, que aún ni saben ni conocen el inmenso amor de esa entrega del Hijo de Dios.
Este año que estamos celebrando el 250º aniversario de la bendición de la bendita imagen de nuestro Cristo, que allá en el Cádiz del XVIII quedara ya impresa en la pupila de tantos y tantos gaditanos, debemos agradecer el esfuerzo de cuantos procuraron siglos atrás, la devoción cristera y al santo Lignum Crucis.
Adoramos el misterio de la Cruz por aquel que murió en ella, para darnos nueva vida. Aquel que como Cordero manso, la abrazó para limpiarnos de nuestros pecados y rescatarnos de las ataduras de la muerte y del demonio. Por eso, refleja su Faz esa paz que nos reconcilia y nos llama a vivir más en comunión con Él y con los hermanos.
En medio de nuestros sufrimientos y desconsuelos, necesitamos de ese Jesús, que nos rescata en el Sacramento de la Penitencia y nos devuelve la paz con el hermano. En medio de tantas “tormentas” y situaciones de crispación, necesitamos poner nuestro oído en aquellos labios que hablaron palabras de Vida y que exhalaron el espíritu tras perdonar a los malhechores…a ti y a mí; y junto a su pecho, poner nuestro oído para sanar de nuestras sorderas, nuestra indolencia, nuestra infidelidad a su infinito Amor.
Nuestro mundo, roto aun por una guerra interminable en Ucrania, envuelto en una cultura que promueve la muerte del indefenso, ya en el vientre materno, que propone la muerte al que anda cansado quizás en su enfermedad irreversible pero que requiere más bien atención especializada y cercanía, una sociedad que promueve la confusión de roles y una falsa “identidad de género” que está crispando tanto el ambiente y aleja de los verdaderos problemas que el hombre necesita y un largo etcétera…nuestros corazones necesitan cada vez más verse inundados y acompasados por Aquel que es nuestra fuerza y nuestra verdadera Roca.
Nuestra mirada necesita encontrar aquella mirada que nos reconcilia y que nos anuncia, no promesas fútiles y mentirosas, sino Promesas de eternidad, que como Hijo amado del Padre, ha venido a mostrarse como Camino, Verdad y Vida.
Por ello no dejes pasar sin más este tiempo santo de la Semana Mayor sin aprovechar la oportunidad que El te ofrece de renovar tu alianza con El y desde El; y si no sabes cómo hacerlo, acude confiado a aquella mirada maternal de una Madre, que no camina en Soledad, sino que espera tu cercanía, tu compañía y Ella no dudará en envolverte con su manto sagrado y tomarte como a discípulo/ amado/a y secarte tu llanto para renacer en el baño de la Sangre y Agua del precioso costado.
Este año me estreno como Director Espiritual, con todo lo que ello significa, de responsabilidad pero también de agradecimiento. Cuento con tu oración y puedes contar conmigo para aquello que necesites. Buena Estación de Penitencia a todos y vivencia del Triduo Pascual.
Un saludo fraterno a todos.
Rvdo. Rubén J. Virués Gómez
Director Espiritual y hermano en Cristo.