Corría el mes de septiembre del año 1974 cuando a “alguien” se le ocurrió la feliz idea de crear una Cuadrilla de Cargadores para la recién refundada podríamos decir, Cofradía del Stmo. Cristo de la Vera-Cruz y Ntra. Sra. de la Soledad. Pero al decir “alguien”, no nos referimos a cualquiera, sino al bueno de Luis Miguel Barbosa, bendito loco por tantas cosas.

Y acudió a los Centros Juveniles existentes por aquella época, la Jufra (en el Convento de San Francisco), en la Parroquia de San Agustín y en la Parroquia del Rosario, y la verdad, el proyecto entusiasmó a todos desde un principio, tanto a jóvenes como a mayores. Hay que contar que los jóvenes apenas tenían 16, 17 o 18 años, y el Hermano Mayor, Don Evelio Ingunza ya estaba metidito en años, 60 aproximadamente. La comunión entre todos fue completa.

Y empezaron las reuniones, primero en San Felipe Neri, donde había que escoger el Capataz para que empezara a cuadrar la Cuadrilla. El encargado en un principio fue Francisco Jiménez Salguero, que años después sería gran Mayordomo y sobre todo, gran Hermano Mayor. Bueno, pues llegado el momento, a Paco lo llamaron para otras cuestiones no menos importantes, con lo que la responsabilidad recayó sobre la figura de Pedro Jiménez-Mena, llevando como ayudantes a José Vargas Facio y Elías Velo González.

Y empezamos con los ensayos, en el antiguo cuartel de la Guardia Civil que estaba en la calle San Rafael, primero los tallajes, para ver donde iba cada uno: yo cargo mejor con el hombro derecho, yo con el izquierdo, tu vas de espejo, tu vas a dar la voz de atrás, tu la de delante y vosotros vais a ir de maniguetas…

El paso antiguo del Stmo. Cristo fue testigo de todos estos avatares, todos los sábados por la tarde. Y llegó la Semana Santa de 1975. Todo era ilusión y nervios desde por la mañana, bien temprano para ver como había quedado de flores. Recalcar que aquel año como el anterior, la Virgen de la Soledad acompañaba en el Calvario a su Hijo. La salida de San Francisco, apoteósica, una aglomeración de gente espectacular. Hay que recordar que como he contado antes, todos éramos unos niños, por lo que la expectación, unida a la curiosidad de lo que podríamos hacer, no dejó indiferente a nadie.

También hay que señalar que de esta experiencia tomarían ejemplo después otras Cofradías. El recorrido fue un poco inusual para lo que es hoy, pues no se entraba en la S. y A. I. Catedral. Se llegaba hasta la Plaza de las Flores para desde allí hacer el recorrido en Carrera Oficial, que se limitaba a Palillero y calle Ancha, para volver por Presidente Rivadavia, dado que la Carrera Oficial terminaba en la Plaza de San Antonio. Y llegamos de recogida hasta el Convento en olor de multitud, y al llegar abrazos, lágrimas, risas y una enorme satisfacción por el deber cumplido.

Pero no queda ahí la cosa. Visto el éxito, se le encarga otra vez a ese bendito loco, la posibilidad de hacer la Cuadrilla de la Virgen. Y quién dijo miedo, otra vez a echarse a la calle a preguntar entre los chavales quién quería cargar un paso, y ahora uno más grande, un palio, el de la Señora de San Francisco. La solución bien fácil, los del año pasado al palio, los nuevos al Cristo, y allá por septiembre siguieron los ensayos, los de la Virgen con el paso del Cristo en San Rafael, los del Cristo con el paso de la Virgen en Catedral. Si, en la Catedral, por dentro y en obras, escombros por todos lados, materiales, útiles de la obra por todas partes, y allí en medio, por obra y gracia de Don Enrique Hormigo, por aquel entonces Guardián del Museo de la Catedral, estábamos nosotros formando con los bancos las imaginarias calles gaditanas.

Y llegó el año 1976, y con el su Semana Santa, y allí nos encontrábamos ciento cuatro chavales con sus respectivos capataces, Pepe Vargas (48) con los del Cristo, y Pedro Jiménez-Mena (56) con los de la Virgen, “sin relevos”, como se haría famosa una frase en una levantá en la calle San José con Plaza de la Mina.

Me acuerdo de muchos de ellos como si hubiera sido ayer mismo, sobre todo de sus caras, de sus jóvenes caras, de satisfacción, de orgullo… Muchos, casi todos, seguimos siendo grandes amigos, los nuevos y los antiguos. Además, estos últimos no fallan nunca en la salida todos los Lunes Santos, pues hace ya la friolera de 35 años, y seguimos abrazándonos, llorando y riendo como el primer día.

Bendito sea ese loco de Luis Barbosa, que un día nos unió y ahora no hay persona en el mundo que nos separe de nuestra pasión por el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz y Nuestra Señora de la Soledad.

El año 1999 fue el de la conmemoración de XXV Aniversario de la creación de éstas Cuadrillas de Hermanos. Se entregó un Diploma acreditativo como homenaje a todos los que alguna vez pasaron o siguen siendo los pies del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz.

Podría contaros infinidad de anécdotas, pero mejor dejarlo para una segunda parte.

NHD Domingo Correas Cabaleiro – Cargador “in eternum” de mi Cristo de la Vera+Cruz 

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