Nuestro Director Espiritual a los hermanos ante la inminente Estación de Penitencia del Lunes Santo
Estimados hermanos y hermanas en Cristo y María Santísima:
Un año más, tras la intensa Cuaresma vivida, habiendo vivido momentos importantes como nuestro Quinario, besapié del Cristo de Vera+Cruz, pequeña exaltación juvenil y la tradicional y devota subida del mismo a su paso el Domingo de Pasión, nos disponemos a vivir los “días grandes”.
La Cuaresma es esa oportunidad de vivir la llamada a la conversión pero también la alegría de sentirnos llamados a participar, del gran gozo de la Pascua. El gozo de tomar conciencia de nuestra pertenencia al Pueblo de la Alianza y haber sido constituidos como “hijos de Dios”.
Este año, estamos viviendo una efeméride especial, un Año de la Eucaristía; su Presencia no es un recuerdo, un vestigio, si no realmente contamos con la Persona de Cristo que se ha quedado en el Pan Eucarístico, como ese “mana”, como esa “tienda del encuentro”, que hacía experimentar al pueblo de Israel, que Dios caminaba en medio de ellos.
Es por ello que debemos revalorizar la adoración eucarística, donde nos encontramos frente a frente con “el dador de la Vida”. También, tomar conciencia que no hemos de banalizar el poder comulgar, el entrar en contacto en lo cotidiano con Aquel que se hizo presente a los dos caminantes de Emaús, que lo reconocieron “al partir el pan”.
También, tomar conciencia que si veneramos a un Cristo Crucificado, hemos de valorar donde ese mismo, sigue ofreciendo su vida de entrega al Padre y a la humanidad, en el santo sacrificio de la Misa.
La Iglesia es depositaria de este inmenso tesoro y ella misma queda edificada constantemente por esta acción: el Hijo del Hombre sigue inmolándose por nosotros en este Misterio Eucarístico, y nos invita a formar parte activa de él.
Que no se diga de nosotros, aquellas palabras del evangelio de Juan: “vino a los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). Vivamos en comunión con aquel que dejó traspasar su Costado y venir al encuentro de cada uno como Buen Pastor.
Deseo para cada uno ese, “renovarse en la fe” y que viváis intensamente tanto la Estación de Penitencia como el sacro Triduo Pascual. Con un abrazo me pongo a vuestra disposición y con mi bendición.
P. Rubén Virués Gómez
(Párroco y Director espiritual)