^“La capilla de la cofradía en el siglo XVI  fue muy austera, la recreación de ésta se ha realizado basándonos en las normas del sínodo de 1594, sabemos por las escrituras de ésta, fechada en 1579, que debía de poseer rejas rasas y dos lumbreros para la entrada de la luz, por documentos posteriores conocemos que debía tener también una puerta de gracia que comunicase con el convento.

Lo austero de la misma concordaría con la idea primitiva de sacrificio  y disciplina. Sabemos que las reuniones se llevaban a cabo en ella y que con anterioridad se dispuso de otra que permutó, ubicada en espacio que ocupa la actual sacristía.

Hemos emplazado un altar con la imagen de Nuestra Señora de la Soledad en el lado del Evangelio de la misma, pues pensamos tras el análisis que hemos llevado a cabo que la existencia en 1590 de un altar con la imagen de la Soledad en el convento, concordaría en lo esencial con las necesidades de la cofradía, que para la hechura de la imagen mariana habría contado como veremos con la iconografía de Gaspar Becerra.

También desde el principio de la existencia de la cofradía en el convento franciscano esta dispuso de lugar para enterramiento de los hermanos, así los testamentos de algunos de estos durante las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XVI reflejan su interés en ser sepultados en la misma.

A un lado, incrustado en la pared, se encontraba un pequeño hueco u hornacina en la que se encontraba la reliquia del Lignum Crucis, que era en realidad la devoción fundacional de la Hermandad y sobre la cual, al igual que en otros lugares, se fueron disponiendo gradualmente el resto de las devociones de la cofradía.

La luz es de vital importancia en estos tiempos debiendo encontrarse en la capilla el aceite y la cera suficiente no solo para celebrar los cultos y ceremonias habituales de la hermandad, sino para que las sagradas imágenes pudieran destacar en la oscuridad y que el fiel pudiese centrar sus rezos y oraciones en ellas.”

Texto e ilustración de la publicación de NHD. Alfredo García Portillo “Cádiz y la Santa Vera+Cruz”. Acuarela recreación de NHD. José María García Gallardo.