Aquel día,
el sol desprendía un aliento frío
de luna amarga.
 
Las tumbas de la memoria,
con las frías losas de mármol
desprendidas,
habían dejado fuera, escaparse,
el galope irracional
de los caballos negros de la ira.
 
La ciudad,
dejada en manos
de las turbas acéfalas.
Buscaban silenciar
la Libertad de la Cruz.
 
¿ En qué trastero telarañoso
andaba escondida la democracia?.
 
En el desierto de la otra libertad,
una hoguera engullía
los despojos del horror.
 
Una nube de cenizas encendidas,
se llevaba hacia el Cielo,
las manos apretadas
de la Soledad.
 
En mayo de 2020, mientras
contemplo tu fotografía.
Miguel Morgado Conde
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