¿SABÍAS QUÉ…
La Cruz de Guía de la Hermandad es escoltada por cuatro hermanos que portan cirios al cuadril, situándose ante ella además una Capilla Musical, resaltando y destacando de esta manera la importancia de la Santa Cruz, origen de esta Hermandad.
Es la más antigua de cuantas abren los cortejos penitenciales en la Semana Santa. Anónima, fechada en el s. XVIII, es de estilo rococó ejecutada en madera de cedro, estofada en oro y plata, conjugándose su armonía con óvalos con espejos. Fue restaurada en los años 90 en los talleres de Manuel Carmona [Sevilla]. Se conserva en una hornacina en la Capilla de nuestra Hermandad.
Sabemos además, que en otros tiempos llegó a custodiar en su interior diferentes reliquias de santos, mostrándonos claramente la importancia de la misma.
Así mismo, las hermanas que, ataviadas “a la Federica”, se sitúan junto a la Cruz de Guía y en la antepresidencia del paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad, portan en sus manos unos ramos de rosas rojas y una libra de cera, respectivamente.
Durante la Estación penitencial por el interior de la S.A.I.C., los ramos se ofrecen a las Imágenes de nuestros Santos Patronos y Mártires, San Servando y San Germán, siendo recibidos cada año por su Hermano Mayor, D. Francisco Arenas. La libra de cera se ofrece al Santísimo Sacramento, en la Capilla de las Reliquias de nuestro primer templo.
La Tercera Sección del cortejo del Santísimo Cristo la abre la Bandera Penitencial, formando tras de ella parejas de hermanos que portan Cruces sobre su hombro.
La creación de la misma es realmente reciente, pues se puso en marcha el Lunes Santo de la Semana Santa de 2013.
Se trataba de un viejo anhelo de la Hermandad de intercalar, entre los hermanos de luz, estas parejas de Penitentes.
Actualmente, además de hermanos que solicitan llevarla, son muchos los Cargadores que, una vez que por su condición física u otros motivos no portan los pasos de Nuestros Amantísimos Titulares, acceden a llevar, nuevamente sobre su hombro, una de estas Cruces.
Las mismas son de color verde oscuro, el color propio de las Hermandades de la Vera+Cruz. “Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco, ¿qué se hará?” (Lc 23,28-31).
El hermano que porta el Banderín Franciscano y sus dos acompañantes, visten túnica marrón, de cola y cíngulo franciscano.
Se recoge de esta manera el hábito de la Orden Franciscana, título además que ostenta la Hermandad, recordando principalmente sus orígenes fundacionales por Fray Juan Navarro en 1566.
La insignia procesiona desde 1994. Lleva corbatín y bordados de los s. XVIII-XIX y pintura al óleo del gaditano, D. Miguel Ángel García Saucedo, representando la estigmatización del Santo de Asís en el Monte Alvernia. El asta, lisa y repujada tan sólo en sus extremos, es rematada por sencilla Cruz arbórea, ejecutada en el Taller de Orfebrería de D. Manuel de los Ríos [Sevilla].
Foto: lignumcrucis.es
Las Hermandades de la Vera+Cruz tienen como fin principal el rendir, adorar y dar Culto a la Santa y Verdadera Cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
Nuestra Hermandad no iba a ser menos y, por supuesto, la pública veneración de la Reliquia del Santo Madero está presente en las Fiestas más importantes de la Cofradía, tanto en sus Cultos internos (Función Principal de Instituto e Invención y Exaltación de la Santa Cruz) como en los externos, la anual Estación de Penitencia a la S.A.I.C.
Otrora, cuando en la Festividad del Corpus Christi participaba la reliquia del Lignum Crucis, el Cabildo Catedral concedía a nuestra Hermandad la preparación, exorno y procesión de ésta Santa Reliquia. Así mismo, para nuestra Función Principal de Instituto, cedían a la Hermandad el mismo relicario que actualmente se venera en el manifestador del baldaquino de nuestro primer templo diocesano para venerarlo entre nuestros hermanos. Todo un honor y privilegio.
A finales de los años 90 la Hermandad decide incorporar, en su cortejo el Lunes Santo, la manifestación pública de esta Reliquia. Para ello, un hermano penitente, colocándose un paño de hombros de color rojo (color propio de las reliquias de la Pasión), sostenía sobre sus manos veladas, en señal de respeto, un relicario perteneciente al Convento de San Francisco, salvaguardando en su interior una astilla del Santo Madero. Custodiando al mismo, cuatro hermanos portando cirios verdes con calzo de color rojo.
Con el paso de los años, y siempre con el afán de enriquecer y dotar de la importancia que requiere ésta pública veneración, pasó a procesionar sobre una pequeña estructura de madera que se conserva en nuestro Convento, a ruedas, empujada por cuatro acólitos.
Finalmente, y de manera definitiva, la misma ha pasado a ser portada en pequeña parihuela, a hombros, por el mismo número de acólitos.
Figura justo ante la Presidencia del paso del Santísimo Cristo, y es bastante común observar como el público, desde su acera, en más de una ocasión ha manifestado su fe arrodillándose al paso de la Reliquia del Santo Madero.
Actualmente la Hermandad cuenta con un Lignum Crucis de su propiedad, con su correspondiente auténtica firmada y sellada por el Superior de la Comunidad Franciscana de Santo Toribio de Liébana, donde como saben se conserva el trozo del Santo Madero más grande de la cristiandad.
El Capítulo 2º, artículo 30 de nuestros Estatutos reza literalmente: “Al radicar la Hermandad y Cofradía en la Iglesia Conventual de San Francisco de Cádiz, La Comunidad, oída la Hermandad, propondrá al Ecxmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de la Diócesis para su nombramiento como Director Espiritual al Padre Guardián o en su caso al religioso que él delegue”.
Así se ha seguido manteniendo en la historia de nuestra corporación, nunca dejando de lado nuestros orígenes fundacionales por Fray Juan Navarro en 1566. De la amplia nómina de Directores Espirituales, recordamos especialmente a Fray Nicolás Juez Nieto, Fray Bernardino Tajadura, Fray Carlos Vázquez, Fray Agustín Fernández, Fray José Luis Salido Mateos o Fray Ramón Estíbaliz Fernández de Aránguiz.
En la anual Estación de Penitencia, en la Presidencia y acompañando a nuestro Hermano Mayor, es común que nos acompañe el Director Espiritual, o en su defecto por causas de fuerza mayor, algún miembro de la Comunidad Franciscana.
Vestido con su hábito propio y capa, porta en su manos una antigua vara de caobilla y metal que se conserva en el Convento de San Francisco, rematada en orla por el escudo de la Orden.
Así mismo en la Presidencia opuesta, en alguna ocasión, hemos contado con la presencia de algún Sacerdote de entre los que forman parte de la nómina de hermanos de la corporación.
El medallón que luce el Pertiguero del cuerpo de paso del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz representa en su cartela una escena de un pasaje del Libro de los Números del Antiguo Testamento.
Concretamente, hace referencia al Capítulo 21, versículos 8-10, donde se cita: <<Y el SEÑOR dijo a Moisés: Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre el asta; y sucedía que cuando una serpiente mordía a alguno, y éste miraba a la serpiente de bronce, vivía[…]>>.
Se trata de una de las primeras representaciones de la Cruz que se cita en las Sagradas Escrituras, de ahí que se escogiera para su representación en esta cartela.
El medallón, realizado en plata de ley, fue donado por el Grupo Joven de la Hermandad en 2002, y realizado en el Taller de Orfebrería de los “Hermanos Ramos Espinosa” de La Rinconada [Sevilla].
El paso del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz fue tallado por el artista sevillano D. Antonio Martín Fernández, siendo la autoría de la imaginería menor así como los relieves, obra de D. Manuel Carmona Martínez. El dorado del mismo debe su trabajo al D. Manuel Calvo Carmona.
La duración del mismo tuvo lugar entre los años 1988 y 1993, año de su estreno, totalmente finalizado a falta de su policromía y dorado, hecho este último que se llevó a cabo por fases entre los años 1994 y 1998.
Diez años en total transcurrieron desde su concepción hasta su acabado, siendo una de las grandes obras que procesionan en nuestra Semana Santa.
Está realizado en estilo rococó por ser el estilo predominante en el entorno en el que se encuentra la Hermandad.
Toda la iconografía de las Carteles que forman parte del paso del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz gira en torno al origen del Culto a la Verdadera Cruz.
Santa Elena, madre del emperador Constantino, después de que su hijo obtuviera la victoria en el Puente Milvio (año 312 d.C.) fue a Jerusalén y ordenó las excavaciones para descubrir la cruz donde había sido ejecutado Jesucristo. Derribada una estatua de Júpiter y un templo de Venus que el emperador Adriano había mandado construir sobre el calvario, aparecieron varias cruces, siendo reconocida la de Cristo porque al contacto con una difunta esta volvió a la vida , esto sucedió en el año 335 d.C.. Se dividió en tres trozos, uno fue a Roma a la iglesia de Santa Cruz de Jerusalén. El segundo trozo a Constantinopla y el tercero se quedó en Jerusalén.
Robado por los persas (el trozo de Jerusalén), en tiempos del rey Corroes, fue recuperada y devuelta por el emperador de Oriente Heraclio catorce años después (en el 628 o 629). Entraba solemnemente el emperador Heraclio en Jerusalén con el madero, cuando le detuvo una fuerza irresistible, pudiendo continuar con el trozo de la cruz solo cuando se despojó de sus vestiduras, calzados y atributos reales, como le aconsejó el Obispo de Jerusalén, Zacarías.
Toda esta historia se cuenta en las cuatro Cartelas que forman el Canasto del paso.
Las capillas laterales del citado canasto están rematadas con cuatro ángeles pasionarios, sirviendo de escolta de medallones principales del canasto y peanas de esculturas mayores de las esquinas, un conjunto de 16 ángeles querubines.
En los respiraderos (parte inferior del Paso), encontramos representada a Nuestra Señora en escenas de La Piedad y La Soledad en sendos relieves.
También el éxtasis de San Francisco en respiradero trasero y relieve representando la adoración de Santa Elena y su hijo Constantino a la verdadera Cruz, en el relieve frontal.
Finalmente, destacan las cuatro imágenes que rematan las esquinas del Canasto, siendo estas San Andrés, Longinos, Santa María Magdalena y Santa Elena.
Foto: Ragara
En la parte trasera del monte de claveles del paso del Santísimo Cristo, se sitúa un pequeño “bouquet” o centro de flores compuesto por cinco rosas rojas, abrazadas por un cordón franciscano.
Cada rosa simboliza cada una de las Llagas o estigmas que Jesús imprimió en las manos, pies y costado de San Francisco de Asís, orando una noche en el Monte Alvernia, tras el incesante empeño de Il Poverello de imitar a Nuestro Señor Jesucristo.
Era la madrugada del 14 de septiembre de 1224, fiesta de la Exaltación de la Cruz, y San Francisco oraba con un ímpetu nuevo: “Oh Señor mío Jesucristo, dos gracias te pido que me hagas antes de que muera: la primera, sentir en mi alma y en mi cuerpo cuanto es posible el dolor que tú, dulce Jesús, soportaste en la hora de tu acerbísima pasión; la segunda, sentir en mi corazón cuanto es posible, aquel extraordinario amor del cual tú, Hijo de Dios, estabas inflamado hasta soportar gustoso una pasión tan grande por nosotros pecadores”.
Desde la profundidad del cielo deslumbrante, San Francisco vio venir un Serafín con seis alas de llamas: dos que iban unidas a su cabeza, dos cubrían todo su cuerpo, y dos se abrían para volar. En aquel Serafín alado destellaba la felicidad de ver al Señor y el dolor de verlo crucificado, un admirable ardor devoró su alma e invadió su cuerpo, quedando con dolorosas heridas en los pies, las manos, el costado, mientras una voz le decía: “¿Sabes lo que te he hecho? Te he dado los Estigmas que son los signos de mi Pasión, para que tú seas mi adalid”.
El Serafín alado desapareció, el dolor cesó y cuando después de mucho rato San Francisco volvió en sí, sintió las manos bañadas y un riachuelo cálido le corría por el costado izquierdo. Miró: era sangre. Trató de levantarse, pero los pies no lo sostenían. Sentado en tierra bajo el abrazo verde de los árboles, se miró las manos, se miró los pies, y los vio traspasados por clavos de carne, negros como el hierro, con gruesas cabezas redondas que sobresalían en las palmas de las manos y en las plantas de los pies. Se abrió la túnica, miró el pecho al lado izquierdo, donde sentía un dolor que le llegaba al corazón, y descubrió una herida como de una lanza, roja y sangrante. Eran las llagas de que había hablado el Serafín. Por lo tanto había sido escuchado! El amor lo había transformado en el Amado, porque uno se convierte en aquello que ama. Mientras el Serafín se aparecía a Francisco, una luz brillante aureolaba la cima de la Verna, iluminando los montes y valles de alrededor.
Abre las secciones de la Virgen, precedido por cuatro cirios de escolta blancos, el Simpecado.
La escena central de esta insignia está protagonizada por la Inmaculada de la Rosa, que lleva tras de sí una emocionante y fascinante historia.
Con un cuadro de la Purísima Concepción vino a Cádiz Fray Juan Navarro, fundador del Convento y de la Hermandad en 1566. El cuadro fue colocado en el Altar Mayor de la Iglesia recién fundada. En 1596, año del saqueo a Cádiz por los ingleses, éste sufrió un pequeño desgarro en el lienzo. El convento fue refugio y defensa del asalto inglés para muchos gaditanos y el pueblo reputó como milagrosa la protección de la Virgen Inmaculada, y como memoria de esa protección no quiso restaurar el cuadro dañado y optó por colocar una rosa entre las manos de la Virgen, lugar por donde fue rasgado el lienzo. Desde ese momento comenzaron a llamarle la “Virgen de la rosa”, y estuvo presidiendo desde el Altar Mayor del templo los cultos y acogiendo las plegarias de sus hijos.
Cuando se iniciaron las obras de remodelación del presbiterio de la iglesia en 1687, la Virgen, que presidía desde el Altar Mayor pasó a un altar que se le construyó en el claustro alto del Convento. La devoción de los fieles a esta Virgen de la Rosa no decayó. Fue Fray Juan Riquelme el que propagó su culto y devoción hasta constituir en 1684 la Hermandad de la Pura y Limpia Concepción.
De 1686 a 1761, por la unión de la hermandad de la Concepción con el orden tercero, el cuadro de la Virgen es trasladado del claustro alto a la Capilla del Oreto. En 1761 el cuadro presidió en la iglesia la declaración del patronazgo de la Inmaculada en España, ante él se celebraba el octavario de las fiestas. Destruida la Capilla del Oreto en 1863 el cuadro se quedó en el Convento.
Restaurada la comunidad franciscana en 1891, la Virgen de la Rosa fue colocada en la escalera de la Sacristía. En 1912 en una de las reformas realizadas en el convento se puso en uno de los recibidores de la casa. Se cree que con motivo de los acontecimientos de 1931 el cuadro fue destruido.
Nuestra Hermandad, por esta historia singular, recoge en nuestro Simpecado la imagen de esta Inmaculada tan venerada en nuestra iglesia y traída como se dijo al principio por el fundador de nuestra Hermandad.
La insignia, donada por un hermano, fue estrenada en 2007. El paño, bordado en oro fino y seda de colores, realizado por el Taller de Bordados “San José”, de Cádiz, con diseño de NHD Ramón Fernández Ruiz, basa su dibujo en bordados que posee la Hermandad del siglo XIX. El asta, rematada en Cruz y pedrería, obra de los “Hermanos Ramos Espinosa” de La Rinconada [Sevilla].
Foto: Ragara
La última sección del cortejo de la Santísima Virgen la abre la Bandera Concepcionista.
En damasco azul y blanco, lleva en su centro una M rematada en corona, reseñando la Realeza de María.
La misma es flanqueada, desde principios de los años 90, por cuatro hermanos que portan cirios azules, color de la Purísima.
El actual paño fue realizado por NHD Ramón Fernández Ruiz en el año 2000, sustituyendo a uno anterior de finales de los 80, llevando asta de madera con orfebrería en su parte inferior y superior rematada ésta con con el escudo mariano, realizada en el Taller de Orfebrería de D. Manuel de los Ríos en 1990.
El medallón que luce el Pertiguero del cuerpo de paso de Nuestra Señora de la Soledad representa en su cartela una escena de un pasaje del Libro del Éxodo que figura en el Antiguo Testamento.
Concretamente, hace referencia al Capítulo 3, versículo 2, donde se cita: <<Y se le apareció el ángel del SEÑOR en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía>>.
La representación de la zarza ardiendo está directamente relacionada también con la virginidad de Nuestra Señora.
Son numerosas las obras que, a lo largo de la Edad Media, asocian la escena de Moisés ante la zarza ardiente con la anunciación de Santa María, haciendo patente la relación entre el tema veterotestamentario y la virginidad de la Madre de Dios, así como su concepción. Esta idea se encuentra ya en himnos del siglo X. Su significado lo explicaron los teólogos de la Alta Edad Media. En la exegesis de la décima segunda centuria, suele comentarse este hecho como «Rubum quem viderta Moyses incombustum conservatam agnovimus tuam laudabilem virginitatem, Sancta Dei Genitrix», que aparece como acotación a los comentarios sobre el Libro del Éxodo de Hugo de Sancto Charo (c. 1200-1263) y que pasará al oficio de la Virgen. En líneas generales, durante el siglo XIII, se pensaba que el fenómeno de arder sin consumirse era figura del fuego del amor que anima la virginidad de María. Además, se establecía un paralelismo: Dios había hablado a Moisés para que aceptara liberar a su pueblo; igualmente, habló a Santa María a través del arcángel san Gabriel para que ella fuera, gracias a su Hijo, la liberadora de la humanidad bajo el golpe del pecado. Para San Bernardo, la zarza ardiente puede ser también una figura del parto sin sentir dolor. También se ve, como es más usual en este tema, un símbolo de la concepción virginal de María obrada por el Espíritu Santo, que es amor ferviente significado en la zarza que arde sin consumirse.
El medallón, realizado en plata de ley, fue donado por el Grupo Joven de la Hermandad en 2002, y realizado en el Taller de Orfebrería de los “Hermanos Ramos Espinosa” de La Rinconada [Sevilla].
Nuestra Señora de la Soledad fue distinguida en 2009 por el Consejo Supremo de la Real y Benemérita Institución de Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista como “Dama Hospitalaria Protectora”.
Así lo luce en su pecho en las fiestas importantes de la Hermandad.
El día 3 de abril de 2009, antiguo Viernes de Dolores, en el transcurso de la Eucaristía preparatoria para la Salida Procesional de la Hermandad de la Vera+Cruz, el Consejo Supremo de esta Real y Benemérita Institución de Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista, imponía a Nuestra Señora de la Soledad, el Lazo que la distingue como Dama Hospitalaria Protectora.
Tras la homilía, el Secretario del Consejo Supremo, Don Rafael Melgar, leía el acta en la que se recogía que en sesión extraordinaria celebrada el 19 de febrero del mismo año, se acordaba por unanimidad conceder a Nuestra Señora de la Soledad, el Lazo de Dama Hospitalaria Protectora, reconociendo de esta manera la gran labor social que lleva a cabo la Hermandad, especialmente con las niñas acogidas en el Rebaño de María, así como con el Programa de Acogida de Niños Bielorrusos.
A continuación tomó la palabra el Presidente de la Institución, el Ilmo. Sr. D. Francisco Súnico Varela, el cual elogió a la Hermandad y la animó a seguir trabajando en esta labor por los más necesitados.
Don Miguel Ángel Morgado Conde, Hermano Mayor, agradeció a la Institución el reconocimiento otorgado, y dedicó el mismo a todo los hermanos de la Vera+Cruz.
El Lazo fue impuesto por Doña Elisa Cuadrado Sánchez, Subdelegada de las Damas Hospitalarias del Consejo Supremo.
El Lunes Santo, día de salida de la Hdad., Nuestra Señora de la Soledad, lució en su pecho tan grande honor, recogiendo en él también, todas las obras sociales de las Hermandades y Cofradías gaditanas.
La Peana de Nuestra Señora de la Soledad es de estilo rococó de transición inspirada en el altar que acoge la imagen del Stmo. Cristo de la Vera+Cruz en nuestra Iglesia Conventual de San Francisco.
De planta mixtilínea tanto en el molduraje inferior como en el superior, presenta un alzado de perfil cóncavo. Dicho perfil cóncavo acoge poderosas volutas a modo de ménsulas en las esquinas, entre las cuales aparecen pabellones con escenas de la vida de la Virgen en los laterales (Presentación en el Templo y Nacimiento de la Virgen), y una Exaltación de la Virgen de los Ángeles entre Santos franciscanos (el Beato Juan del Prado, entre otros) en el frente, basada en la que se encuentra en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, obra de Benito Hita del Castillo.
Del pabellón frontal emergen molduras en las cuales se asientan ángeles que portan una media luna, con rostrillo y serpiente enroscada, a los pies de la Virgen. Sobre las volutas se adelantan ingletes a modo de soporte para unas jarras.
La base es abrazada en toda su extensión por un cordón franciscano.
Nota: Las jarras que aparecen en la fotografía no pertenecen a nuestra Hermandad.
Nuestra Hermandad, por su carácter sobrio, solicita la Venia en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral mediante escrito lacrado. Reza lo siguiente:
“La Muy Ilustre, Antigua, Venerable, Franciscana Hermandad y Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Nuestra Señora de la Soledad, solicita la venia al Excmo. Cabildo Catedral, para hacer nuestra Estación de Penitencia, tras la cual regresaremos reconfortados a nuestra Capilla del Convento de San Francisco, habiendo llevado a nuestros Sagrados Titulares ante su pueblo, como muestra de que Dios está y habita entre nosotros.”
La Hermandad posee dos juegos de ciriales. Uno adquirido a finales de los 70 a la Hermandad de Los Panaderos de Sevilla (se observa en óvalo la Cruz de San Andrés) y otro, estranado en 2004 e inspirados en estos.
Los ciriales del paso de Nuestra Señora de la Soledad se diferencian de los del Santísimo Cristo en que llevan grabados el nombre de cuatro advocaciones franciscanas.
- Nuestra Señora de Loreto
- Nuestra Señora de Los Remedios
- Pura y Limpia Inmaculada Concepción
- Nuestra Señora de Regla
Los del Santísimo Cristo fueron costeados gracias a la generosidad de un hermano, y los de la Virgen por el Grupo Joven de la Hermandad.
La Hermandad posee y rinde culto a varias Reliquias. El Santo Hermano Pedro San José de Betancur; los Beatos Mártires Franciscanos canonizados por Benedicto XVI; de San Bernardo y San Benigno; de San Francisco de Sales y Santo Domingo de Guzmán; y San Felipe Benizio.