Ayer mismo podíamos decir con el poeta,
«Tengo lo necesario para escribir
un libro de tristeza…
… todas las hojas pálidas,
caídas sobre mi sombra quieta…
Tengo un silencio de guitarra
muerta…
Tengo lo necesario para llorar,
pero no tengo lágrimas «.
Estos versos describen bien la orfandad que hemos sufrido durante estos meses.
Dicen los especialistas que el decurso del tiempo, el polvo, el efecto de la intemperie, el ser imágenes procesionales dañan a nuestros Titulares.
Pero las leyes de la Poesía rinden otras explicaciones.
Las Imágenes Sagradas sufren el peso de tantas plegarias, de tanto sufrimiento, de tantas peticiones.
De tantas penas dejadas en el aire caliente de una oración.
El Dios que se hizo Hombre, sufre con nosotros, y su carne se marchita, se oscurece.
Se pone el sol en toda su policromía de cristal.
Por eso, querido Fray Ramón, queridos hermanos, nuestro Señor necesitaba reponerse de tanto Amor como nos da. Necesitaba marchar a los talleres del Cielo y limpiar su pátina cansada.
Fijaros, ahora es más visible el resplandor de Dios.
Más nítido el calor del Calvario.
Otra vez podemos agarrarnos, sin miedo, a nuestra Cruz.
BIENVENIDO SEÑOR
Hoy quiero decirte
los versos temblorosos
del reencuentro.
Ya estás aquí :
Sueño vertiginoso en la Cruz.
Ya llenas el vacío de
nuestras almas.
Contemplando la atronadora
soledad de Tu Calvario,
tentado estuve de buscarte,
de traerte
sobre mis hombros,
a las aguas tranquilas
de Tu iglesia.
Clavado estás
sobre el monte sereno
de los siglos.
Una corriente de aire blanco,
ha pasado presurosa
sobre las sinuosas colinas
de Tu Cuerpo.
Vuelves, a traernos,
la palpitante corriente
de lo Eterno.
Ahora es más diáfana
la Luz que brota de Tu cuerpo.
Los ángeles se llevaron
a los lugares inciertos,
la costra mortecina,
la lentitud pasmosa
de lo muerto.
La pesada carga que te dejan
nuestros sufrimientos.
Ya eres de nuevo,
valle acogedor,
fontana cristalina,
acunamiento lígneo
del sufrimiento.
Ahora es más diáfana
la Luz que brota de Tu cuerpo.
Miguel Morgado Conde. 2009