Señor,
no podemos acercarnos a Tu Cruz.

Y sabes,
cuánto bien nos hace,
abrazar Tu Sueño
con nuestra mirada.

Días de vacío infinito
en el solar nuestro de la Vera-Cruz,
cuando sólo el aire quieto
frente al sagrario,
roza Tu Rostro,
y abriga el Sueño
que cuelga de Tu Cruz.

Nostalgia de abrigarnos,
de saciarnos con el alimento
de Tu Cruz.

Corren los silencios prisioneros
entre las rocallas doradas.
Ha huido el humo de los pabilos.
Los ángeles lampareros,
son estatuas paradas de tristeza.

Un viento frío,
mueve con hálito de pena
los campos de los geranios blancos.

Un viento helado,
acumula la pena,
en el monte rojo
de la tarde de Martes Santo.

Señor,
no podemos acercarnos a Tu Cruz,
sólo soñar
con que el tiempo nos devuelva,
el aliento que destila
Tu Sueño en la Cruz.

Tarde de marzo de 2020
Miguel Morgado Conde

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