Capilla y Retablos

La Cofradía de la Vera+Cruz, fundada en el Convento de San Francisco de Cádiz1 en las postrimerías del siglo XVI, mantiene desde aquella época y sin interrupción alguna la misma sede canónica, en donde posee la Capilla propia en la que reciben culto sus Titulares. Ésta se halla situada en el costado del evangelio de la iglesia, en sentido paralelo a la nave principal y con disposición a la inversa, con la que se comunica mediante tres arcos. La cabecera la ocupa el Retablo del Cristo y los pies (el extremo opuesto) comunica a través de un arco con el Sagrario de la Iglesia, cuyo Retablo es frontero al del Crucificado. El aspecto actual de la Capilla conserva casi intacta la fisonomía que adoptó en la segunda mitad del siglo XVIII, época en la que tienen lugar grandes transformaciones arquitectónicas y artísticas en el templo2.

La Capilla tiene planta rectangular de una sola nave y se cubre con bóveda de medio cañón y arcos fajones, con decoración de yeserías de influjos mudéjares con motivos geométricos. En algunas zonas hay restos de pinturas polícromas murales, lo que delata que en otros tiempos la Capilla estuvo profusamente decorada, y es posible que aún esta decoración se encuentre subyacente bajo las capas de pintura. En sendos Retablos se encuentran expuestos los Titulares de la Hermandad y la Cruz de Guía.

Dada la antigüedad de la Cofradía, los Retablos actuales del siglo XVIII no son los primitivos evidentemente; en este sentido hay constancia documental de los trabajos realizados por el prestigioso retablista del siglo XVII Alejandro de Saavedra, obras que fueron sustituidas por las actuales siguiendo las modas de la época3.

Retablo del Crucificado

El Retablo del Cristo, que ocupa todo el testero, es una obra de talla dorada y policromada, realizada en madera de cedro y borne, y acusa los influjos tan frecuentes en Cádiz de las modas y gustos extranjeros o exóticos. En este sentido conviene aclarar que los adornos de talla van dorados y pertenecen al estilo rocalla, y las partes lisas imitan porcelanas y cerámicas de la época.

Se trata de una pieza de gran originalidad; tiene planta y alzado de movidas y complicadas líneas, algo que le hacen singular, y se hizo pensando en dar cabida al grupo escultórico del Calvario. Consta de mesa de altar, un pequeño banco, cuerpo central concebido como una gran hornacina rematada por un arco carpanel, sustentada por numerosas columnas, y un ático con la imagen ecuestre del apóstol Santiago, patrón de España. Se articula el conjunto mediante columnas de fuste liso con profusos adornos de talla, y se asientan sobre ménsulas sostenidas por niños Atlantes.

Es una obra anónima realizada hacia 1760, atribuida al arquitecto de Retablos Gonzalo Pomar, que desarrolla su actividad en la segunda mitad del setecientos, y es el autor, entre otras piezas, del Retablo Mayor de la iglesia.

Retablo de la Soledad

El Retablo en donde se venera a la Virgen de la Soledad se supone, por sus características, de la misma autoría que el del Cristo, y responde a la tipología de retablo hornacina4. Es de movidas líneas con abundantes roleos y molduras, al estilo rocalla. Se halla situado a la derecha del Cristo, según el espectador, en la pared que colinda con el claustro. Está compuesto de mesa de altar, predella y cuerpo central con la hornacina en donde se ubica la Dolorosa y presenta detalles ornamentales afines al del Crucificado. Hay constancia documental y gráfica de su antigua ubicación entre dos arcos de la Capilla, enfrente de su actual emplazamiento. El cambio permitió que el Retablo tuviese mayor visión desde distintos ángulos.

Retablo de la Santa Cruz

En este Retablo, situado junto al de la Soledad, se exhibe la artística Cruz de Guía que aún abre el cortejo procesional en su estación de penitencia; tiene decoración de estilo rocalla, tallada y dorada al estilo de los demás retablos; se cierra con cristales para servir como vitrina a la Cruz.

La Cruz es una obra de gran mérito y antigüedad, que intercala molduras con motivos geométricos con piezas de talla ornamental y relicarios. Es una singular obra atribuída al citado retablista Gonzalo Pomar, de la segunda mitad del siglo XVIII.


1Hormigo Sánchez, Enrique y Sánchez Peña, J. Miguel: Documentos para la Historia del Arte en Cádiz. Tomo I. Cádiz. 2007. Pp. 331- 362

2Hormigo Sánchez y Sánchez Peña (Cit.) 2007. Pp. 126- 138

3Hormigo Sánchez y Sánchez Peña (Cit.) 2007. Pp. 336 y sigts.

4Hormigo Sánchez y Sánchez Peña (Cit.) 2007. Pp. 360

 

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