En la noche silenciosa
rasgó el aire una saeta
y una espada de dolor
atravesó tu alma entera.
Todo San Francisco era
silencio y recogimiento
para calmar tu tristeza,
tu agonía y tu tormento.
Por los pecados del mundo
viste morir a Jesús
en la angustia de su Cruz
en el frío monte Calvario;
viste morir a tu Hijo
que entregó el alma a su Padre
y Cádiz quiso arropar
la Soledad de una Madre,
quiso darte aquella noche
un perfume de azahares,
las estrellas de su cielo
y la luz de tus cofrades,
que alumbraron tu camino.
Y en San Francisco una Salve
fue ofrenda de amor eterno,
Soledad, en tus varales.
(31/03/2015)