El 13 de marzo de 2013 era miércoles. El Pueblo de Dios seguía esperando el anuncio de un nuevo Pontífice tras la renuncia de SS El Papa hoy Emérito, Benedicto XVI.

A las 19’06, el humo blanco ascendía por la chimenea de la Capilla Sixtina, donde los frescos del Juicio Final de Miguel Angel Buonarroti habían sido testigos directos, una vez más, del Cónclave que eligió al nuevo Papa.

Tras el «Habemus Papam», el Cardenal Bergoglio se dirigía al Pueblo con el nombre de Francisco y, tras arrodillarse, oró por el mundo y pidió que orasen por él antes de dar la bendición.

A los días, concretamente el sábado 16 de marzo, el Papa Francisco ilustró al óleo uno de los Cirios Votivos de la candelería del paso de palio de Nuestra Señora de la Soledad.

Junto al Papa Francisco, los cirios votivos se dedicaron al Año de la Fe -en una trilogía que formában el nuevo Papa, la representación de la Fe y Benedicto XVI, al ser el que inició aquel año especial y el que lo iba a clausurar- y en las otras tres Marías aparecieron la Virgen de la Esperanza del Amor (por sus 50 años en San Francisco), el Cristo de la Humildad y Paciencia (que cumplía 375 años) y San Francisco (por el carisma de la cofradía y por el nombre del nuevo Papa).

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