Y la noche se llenó de Soledad,

de oración y luna blanca,

de brisa y de vendaval.

Se llenó de Soledad.

Y el mundo quedó en silencio

contemplando en un madero

a nuestro Señor Jesús,

que es la esperanza

y la paz de aquellos

que en Él confían,

la esperanza y la alegría

que ha de vencer todo mal.

Se llenó de Soledad.

De azahar y primavera,

y de una madre que espera

sin creerlo todavía

que Aquel que sostuvo un

día con amor entre sus

brazos esté muerto en una Cruz.

¡No puede ser mi Jesús

el que yace condenado

como lirio que tronchado

no volverá a ver la luz!

¡No puede ser mi Jesús!

se dice llena de pena

y en su amargura serena

no olvida que es Madre buena

de aquellos que Él le entregó.

Y su llanto se ilumina

por un momento al mirarnos.

La procesión ya se aleja

y en el recuerdo me deja

una emoción ya prendida

que nunca quiero olvidar,

pues una vez más la noche

se llenó de Soledad.

(30/03/2010)

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