No necesitas luz en el Calvario,
porque Tú eres
el verdadero nombre de la Luz.
 
En la llanura de Tu cuerpo
se juntaron todas las violetas
cristalinas,
que alumbradas
por los fieles candelabros,
dejaron el campo de Tu cuerpo
sembrado
de flores entregadas.
 
Eres la Luz representada,
plantada sobre rosas escogidas.
Abrazo en la noche más soñada,
abrigo de marea recuperada.
 
Brilla Tu Luz en el Calvario
en medio
de las sombras destacadas.
El misterio de la noche
nos cautiva,
abrasa y aprisiona las miradas.
 
El nombre de la Luz
sobre los hombres,
cubriendo a la noche más amarga.
Luz eres Señor por San Pedro,
hipérbole celeste
en nuestras andas.
Luz con música dejada
al filo de las olas más templadas.
Luz rodeada del tiempo
en que en la Cruz Te clavaban.
Luz sobre piedra ostionera,
preñada de toda la arena
que cae en el fondo del alma.
Luz en el cirio llevada
por la cohorte cristiana,
hilera de negras túnicas,
ciriales de blanca plata,
viento arremolinado
en las rocallas doradas,
incienso desparramado
entre acólitos cabales,
niños adormecidos
cuando el silencio se acaba,
sonido de los oboes
fundido con las miradas,
frío entre los ruanes,
estatuas trimilenarias
plantadas en naranjales.
Luz sobre el sudor del hombre.
Pasión entre pardos sayales,
bendita definición de la Luz
que nos dejaste.
 
En octubre de 2019.
 Miguel Morgado Conde
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