Recorro con los ojos
el sinuoso mar de Tu orografía,
me pierdo en los matices sonoros
de Tu policromía.
 
Siento, la sangre que parada,
duerme en los interiores
de la madera viva.
Y siento, Tu Palabra,
Verbo aprisionado
por las celestiales gubias.
 
La Vida violeta, convertida,
en arco iris,
bajo la mar profunda de Tus ojos.
Camino, vibrando,
en los pulidos espejos de mi alma.
 
Torrente de Luz
que se desliza,
entrando vigoroso,
por los caminos agrestes
de mi sangre viva.
 
Lloran las piedras de Camoens,
en la espera de oír :
Tu Sinfonía.
 
En junio de 2020
Miguel Morgado Conde
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