VIVENCIAS COFRADES

Son las seis de la tarde de un soleado Lunes Santo. Túnica de ruán, de cola negra con ancho cinturón de esparto, antifaz puesto en el capirote, pies descalzos… ¡¡nerviosismo!!

El joven cofrade de la Vera+Cruz se dispone para vestirse en uno de esos momentos mágicos, en un ritual que, como si de un reloj se tratara, se repite año tras año.

Besa su medalla y se la cuelga. Guarda su papeleta de sitio bajo el esparto…

El Rito, la Regla, la Tradición de tantos y tantos años haciendo su Estación de Penitencia que, probablemente, la empezara su padre y que él ahora, con orgullo, la sigue manteniendo.

Baja las escaleras de su casa y ya en el portal se coloca el antifaz y silenciosamente marcha por el camino más corto hacia la Iglesia Conventual de San Francisco. Durante el trayecto medita todas aquellas vivencias acaecidas durante el año: el Quinario, el Tríduo, los ratos de convivencia, los montajes… en resumen… la palabra “Hermandad”.

En un momento del trayecto oye los sones de una marcha. Posiblemente sea alguno de los pasos de la Hermandad de El Prendimiento que, por la hora, discurre por las calles aledañas al convento franciscano. El joven cofrade desearía verlo… pero no, va meditando y lleva el hábito de su Hermandad, por lo que ha de modificar el itinerario de llegada a la Iglesia.

Una vez en la Plaza, entra por la puerta del patio y se dirige al interior del templo, se arrodilla ante el Santísimo, cruza la nave central, y se postra ante sus Titulares, rezando ante Ellos. Vuelve al patio, se quita el antifaz y busca su correspondiente tramo. Una vez en él, se producen algunos reencuentros. Viejos cofrades que se vuelven a ver siempre en esa fecha. El Diputado de Tramo comienza a nombrar a los hermanos que formaran pareja en la Estación de Penitencia. Se oye el último ¡Está!, del hermano más antiguo. Todos estamos dispuestos. Los tramos comienzan a marchar silentes hacía el interior del templo y ocupan sus correspondientes bancos. La Junta de Gobierno está en el Altar Mayor. Se reza el Ejercicio de las Cinco Llagas y, al término, el Mayordomo hace entrega de la Hermandad al Fiscal, haciéndolo responsable de cuanto acontezca en la calle.

Por fin, se oye la voz… “Pueden abrirse las puertas del Convento”.

En ese instante, se pasa de la oscuridad de la Iglesia, al resplandor de la calle.

Antes de salir, el joven cofrade dirige su mirada hacía el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Nuestra Señora de la Soledad. Se coloca en la fila, se coloca el antifaz, rosario en mano y luz de cirio, sale a la plaza…

No cabe duda, un año más ha vuelto a cumplirse… EL MILAGRO.

Publicado en la Revista “El Candelero” (1999), del Grupo Joven de la Hermandad.


SIMBIOSIS DE LUNES SANTO

Aún saboreando y guardando en nuestras retinas los emocionantes y bellos momentos vividos en la jornada de ayer, amanece el Lunes Santo, día de contrastes, de Hermandades de centro y de bulla. Simbiosis cofrade. Esencias de una orden, la franciscana. Amalgama de olores, sal caletera y naranjos de azahar en San Francisco. Quien les iba a decir a los frailes seguidores del Santo de Asís, que cuando llegaron a Cádiz en 1566, cinco siglos después, las cuatro Hermandades del Lunes Santo seguirían impregnadas de ese espíritu único e inigualable y que en Cádiz han sabido entender y comprender. En esta sociedad, donde se ataca y culpa a la Iglesia sin consideración  y se maldice al clero de no trabajar por/para nuestras cofradías, los ‘frailes gaditanos’ alzan su estandarte en nuestra ciudad y nos enseñan como querer a las corporaciones nazarenas. Ese amor no es cosa del pasado, sino que hoy, la comunidad franciscana, sigue siendo ejemplo de servicio a las hermandades.  Hay que saber dar a cada uno en su justa medida. El que trabaja y colabora, recibirá fruto abundante. Por eso nombramos a cinco frailes que seguro, desde el Monte Alverna celestial, velan por las cuatro Hermandades del Lunes Santo. Fray Pablo en La Palma, el Beato Fray Diego José en El Prendimiento, Fray Luis Rodríguez en el Nazareno del Amor y Fray Juan Navarro y el entrañable Fray Bernardino Tajadura en la Vera-Cruz. El sol impregnará de brisa marinera a un Cristo moreno y  viñero, la Alameda será marco incomparable donde prendan a Jesús, Cádiz se hará cirineo para no dejar caer al Nazareno del Amor y de luto y azahar será la noche donde Cristo muere en la Vera-Cruz. En todos ellos, atmósfera franciscana. Simbiosis de Lunes Santo.

Semblanza publicada en La Voz de Cádiz en 2005


No hay muerte más dulce,

ni bella faz lacerada

que mi Cristo dormido

en bellos sueños de nácar.

 

No hay corona que te sangre

ni Llagas que supuran

pues mis manos temblorosas

te desclavan y te acunan.

 

¡Es mi Cristo, es mi Cristo!

Vera+Cruz gaditano

sueño eterno en un Convento

de sayales franciscanos.

 

Cinco heridas, Cinco rosas

dulce aliento y dulce boca

es el leño vertical

y oración que me provocas.

 

¡Es mi Cristo, es mi Cristo!

de naranjos florecidos,

de azahares de una plaza

y de corazones henchidos.

 

450 años,

450 besos,

450 abrazos,

450 te quieros

Vera+Cruz que eres mi vida

mi sueño eterno en el cielo.

Poema final de la Presentación de la Revista “Getsemaní” que edita el Consejo Local de HH y CC. Marzo de 2016.

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