José Miguel Sánchez Peña

Conservador Restaurador emérito del Museo de Cádiz

Hno. de la Vera Cruz

Veíamos en el anterior artículo las diversas incidencias y pormenores que rodearon el encargo de la imagen de la “Soledad”. Como suele ser habitual y frecuente en estos casos, la cofradía pediría “presupuestos y tiempos de ejecución” a los citados escultores José Rivera (con taller en la calle Muro de los Navarros) y Juan Luis Vassallo (que ocuparía por esos años la cátedra de modelado en la Escuela Superior de Bellas Artes, en la calle Gonzalo Bilbao), ambos en la capital hispalense; pero  por circunstancias que desconocemos hasta ahora no llegaron a consumarse los encargos[1].

Era evidente que Ramón Grosso tenía “in mente” grandes proyectos tras el encargo de la Soledad, entre otras cosas su paso procesional. Al no haber noticias del antiguo paso de “templete” se supone que también se perdería en los sucesos de 1931. Por ello, al mismo tiempo que se encarga la imagen de la Virgen se hacía prioritario un nuevo paso, teniendo lugar la formalización del contrato con el taller de orfebrería de Manuel Seco Velasco del original y personalísimo “Paso de Palio”, que tuvo un costo muy elevado dada la complejidad del proyecto. No obstante, tras la firma del encargo de la Soledad en febrero de 1944, Ramón Grosso también tuvo contactos con el escultor sevillano Antonio Castillo Lastrucci (con taller en la calle San Vicente, 52) en el mes de mayo de ese año[2]. Es posible que el motivo de estos contactos fuesen dos proyectos futuros: las imágenes del Calvario que sustituyesen a las destruidas y el nuevo Misterio de la Oración en el Huerto. Pero como ya sabemos, sería después Miguel Láinez quien haría las imágenes del Calvario, mientras que la Oración en el Huerto no se llevaría a cabo.

Retomando el tema de la imagen de la Soledad, ya bendecida y plenamente integrada en la Cofradía, diremos que Sebastián Santos eligió la madera de ciprés para dar forma y belleza a tan excelsa imagen; una madera muy apropiada para la talla escultórica, olorosa, legendaria, rodeada de un “halo” de misterio y espiritualidad.  La mayoría de las veces estos tablones de madera tan apreciada y cotizada procedía de algunos cipreses talados en el Cementerio de San Fernando de la capital hispalense[3]; muchos escultores establecidos en Sevilla en aquellos años, también la utilizaron con frecuencia, como es el caso de Antonio Illanes, Juan Luis Vassallo, Juan Abascal, entre otros, que incluso lo podemos comprobar en obras profanas que se hallan sin policromar[4].

Cuando la “Soledad” llega a Cádiz, al domicilio de la familia Grosso, y según testimonio verbal de Refugio Grosso, la Virgen se expondría vestida una vez que viniera a ataviarla un señor, del que ignoramos su nombre[5]. Sabido es la importancia que requiere la vestimenta o indumentaria que debe llevar una imagen de “vestir”, pues forma parte no solo del éxito futuro que debía tener, sino que también debe ser reflejo de la personalidad de la hermandad a la que pertenece.  No obstante, sí sabemos que durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, hasta el fallecimiento de Ramón Grosso,  la Virgen fue vestida por una persona que regentaba una bodeguita en la calle Cánovas del Castillo, llamado Alfonso[6].

Recordemos que tras la puesta al culto de la imagen, ofrecía un aspecto muy sobrio pero elegante, como podemos contemplar en una fotografía que ilustra este artículo, en donde aparece la imagen vestida de negro, con bordados, y el manto de salida. Pero ya en la década de los sesenta la Virgen presentaba durante todo el año la misma indumentaria, una vestimenta sin grandes complicaciones y sin las tramoyas y parafernalias actuales, de una forma sencilla y de no muy buen gusto. Tampoco eran frecuentes los “besamanos”, ya que esa costumbre era prácticamente inexistente en Cádiz, permaneciendo la Soledad durante todo el año con la misma indumentaria y sobre todo ajena a los continuos cambios que vemos en la actualidad en la mayoría de las imágenes. Es evidente que todos estos cambios tan frecuentes derivan  negativamente en la conservación de la imagen, a causa de un exceso de manipulación y sobre todo por los daños causados por los alfileres utilizados en la colocación de los “rostrillos”. De hecho, las Dolorosas que figuran bajo palio se enfrentan también a otro problema conservativo, como es el tener que soportar las altas temperaturas que producen 60 u 80 cirios durante varias horas, las salpicaduras de cera, y el ennegrecimiento por el humo que generan los mismos.

Tras el fallecimiento del Dr. Grosso, que era indudablemente el “alma mater” de la cofradía, la Hermandad  Decana entra en un período de postración que afortunadamente no se prolonga mucho tiempo[7]. Es entonces cuando un grupo de jóvenes cofrades se hizo cargo de la corporación, a instancias de Don Antonio Márquez Ávila, de grata memoria y a su vez presidente de la Junta de Cofradías en aquellos lustros, iniciándose una próspera etapa.

Aún recuerdo que una de las prioridades de los nuevos cofrades que hacen resurgir a la cofradía era revisar y aderezar debidamente la imagen de la Dolorosa, que debería llevar varios años con la misma indumentaria tras su última salida procesional.  En efecto, se tomó la decisión y la Virgen fue vestida con los espléndidos bordados decimonónicos sobre terciopelo de Lyon, Saya burdeos y Manto azul Prusia, que lucía en la calle la Dolorosa del Calvario. Ello ocurría en 1973, apareciendo la Virgen de la Soledad a los pies del Crucificado en su retablo, sin las antiguas imágenes del Calvario, en un momento que fue realmente histórico. De hecho, así salió ataviada también junto al Cristo en su paso, recordando sus primeras salidas antes de hacerlo en su paso de palio[8].

Cuando la imagen se baja del altar para la revisión se corrigen algunos desperfectos causados por tachuelas y clavos para sujetar elementos textiles, pues no debe sorprendernos que los montajes que hoy hacen los Priostes o el Capiller (según las nuevas nomenclaturas) lo hacia el carpintero de turno que tenía cada cofradía[9].

Como ya se ha dicho, la Virgen es una imagen de vestir, totalmente realizada en ciprés, incluido el candelero, con los ojos de cristal y los brazos articulados con el clásico y experimentado sistema de galletas. Sebastián Santos fue un escultor que no solo dominaba el oficio, sino que empleaba a la perfección las técnicas antiguas y tradicionales de la imaginería[10]. Además, fue quien introdujo diversas innovaciones creando un estilo particular, como lo hiciera con anterioridad Juan de Astorga, pues antes no se cuidaban tantos detalles. En años sucesivos la imagen ha tenido dos intervenciones conservativas, necesarias para retirar el ennegrecimiento producido por el humo de los cirios y sobre todo las marcas de los alfileres[11].

Siendo una de las primeras Dolorosas de Sebastián Santos, firmada en el hombro derecho, conserva todos los elementos de origen tal cual salió de su Taller, algo que le confiere autenticidad, pues a la mayoría de sus Dolorosas se les ha ido sustituyendo los candeleros. Finalmente diremos que la cofradía posee una copia en yeso del rostro de la Virgen, como medida de seguridad, realizada cuando se hizo la última revisión.

 


[1] Picardo y Gómez, Álvaro. Datos sobre la Muy Ilustre, Antigua y Venerable Cofradía de la Vera-Cruz. Cádiz. 1946. Pg. 66 (Acta Nº 173. 25 Septiembre 1941)

[2] ACVC (Archivo Cofradia de la Vera Cruz). Correspondencia entre Ramón Grosso y Castillo Lastrucci.

[3] Testimonio verbal de Juan Abascal Fuentes (+), escultor y profesor de la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

[4]Podemos ver aún obras de Illanes y Vassallo en madera de ciprés, sin lijar y sin policromar, terminadas con gubia.

[5]Entrevista realizada a Refu y Mavi Grosso en la Capilla de la Vera Cruz en San Francisco (Cádiz), ante la Virgen de la Soledad. Programa “La Levantá”, de Onda Cádiz TV, vuelto a emitir el 16 de Agosto 2020

[6]La imagen estuvo así vestida desde la última salida procesional de los años sesenta, hasta 1973.

[7]Según reseña la revista Estandarte, el Dr. Grosso se encontraba hospitalizado en Madrid. Véase: Revista ESTANDARTE. Año VII, Octubre 1969, Nº 76. Pg. 6

También la Revista Estandarte publica una nota necrológica sobre el fallecimiento del Dr. Grosso. Véase:RevistaESTANDARTE. Año VIII, Marzo 1970, Nº 81. Pg. 24

[8]En la primera salida tras la reorganización (1975) figuró la Soledad a los pies del Crucificado. Véase sobre la reorganización: Revista ESTANDARTE. Año VIII. Enero 1970. Nº 79. Pg. 44

[9] Esto se traduce, y lo podemos comprobar en muchas imágenes de Cristos, a los que se les colocaba sobrepuestos los sudarios de tela con pequeños clavos, como el Cristo atado a la Columna, el Cristo de la Piedad, e incluso la imagen del Ecce Homo al que se le sujetaba el manto en los hombros con clavos. Ello da idea de los daños producidos.

[10] Recuerdo que en una de mis visitas al escultor Francisco Buiza, en su taller de la Casa de los Artistas, coincidí allí con Juan Blanco Pajares, sacador de puntos que trabajaba a varios escultores y ampliaba las esculturas. De hecho, el Cristo atado a la Columna de “las Cigarreras”, fue modelado a mitad de tamaño, y ampliado por Blanco al doble. Al haber sido ayudante también de Sebastián Santos, comentó diversos detalles de su depurada técnica, entre ellos, decía que calentaba las maderas antes de encolarlas para que no se produjeran fisuras, vientos o desencolados fortuitos.

Santos Calero, Sebastián. Sebastián Santos Rojas.Escultor-Imaginero. Sevilla. 1955. Pg. 41

[11]En 1973 cuando se vistió la imagen por primera vez, en plena reorganización, se subsanaron pequeños daños en la capilla, dentro del trasaltar. Más adelante hubo dos intervenciones en 1993 y 2012.


Apéndice Fotográfico (Click en la fotografía para ampliar)

La Soledad a fines de los años cuarenta con el manto de salida. La Soledad en el paso de palio, aún en ejecución.


La Soledad en su última salida procesional (1969), en la época de Ramón Grosso.


La Soledad en los años cincuenta La Soledad hacia 1975-1980.


La Soledad en 1973, en una de las fotos a los pies del Cristo.


La Soledad en 1978. La Soledad en 1986, en el paso de palio.


Firma (realizada con la gubia) de Sebastián Santos en la imagen de la Virgen, en el dorso, hombro derecho. Réplica en yeso del rostro de la imagen.

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