Las cofradías tienen vocación de calle, fuera del templo es cuando alcanzan el culmen de su razón de ser. El roce anual con las gentes es la desembocadura natural de todo un año de actividad. Los cofrades saben que lo suyo es el mensaje de la Cruz levantada sin ambages en medio de la ciudad. Llevar a María al cobijo de todas las retinas. Todo ello en el cortejo incontestable de la procesión.

Hoy es Lunes Santo franciscano. Ya esperan en el claustro los nazarenos del negro ruán, también los jóvenes acólitos anunciadores últimos del Cristo y de María. Los fieles devotos, callada penitencia, también esperan en la crujía del patio. La cohorte entregada de las maniguetas también construyen su espera, mientras sueñan con llevar sobre sus hombros a la Cruz Verdadera y a la Madre del Señor.

Lunes Santo en San Francisco, ya forman en la plaza los dieciocho naranjos acostumbrados. Destilan el olor de los azahares, que con el perfume del incienso es un buen recibimiento para la Vera-Cruz.

Miguel Ángel Morgado Conde

10 de febrero de 2020

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