COFRADÍA DE LA SANTA VERA-CRUZ DE CÁDIZ

El punto de partida del culto a la Cruz lo tenemos que situar en la Inventio Crucis, a la que seguirá, en 335, la dedicación de las basílicas constantinianas del Santo Sepulcro y del Calvario. También a mediados del siglo VI pudo llegar la primera reliquia de la Verdadera Cruz a España. Siendo la primera cofradía de la Santísima Cruz en España, de la que tenemos noticia documentada, la de Santo Toribio de Liébana. Y es en el siglo XIV cuando esta devoción cobra mayor auge, existiendo un paréntesis hasta la segunda mitad del siglo XV, pero entonces estas cofradías estarán cambiándose por unas cofradías de carácter penitencial.

La devoción a la Vera-Cruz la encontramos fuertemente arraigada dentro de la religiosidad popular, practicada por la ya por entonces muy sacralizada sociedad española de finales del siglo XIV y principios del XV. En Andalucía, es Sevilla quien encabeza la lista de las fundaciones; encontramos noticias que datan su fundación en el Convento de San Francisco hacia 1448. Llega a ocupar un lugar destacado dentro de la amplísima nómina de hermandades de la ciudad, pero después de una serie de vicisitudes, se extingue. Posteriormente, tuvo lugar su reorganización, haciendo de nuevo su estación de penitencia en la Semana Santa de 1944. En la localidad cercana de El Puerto de Santa María existía ya hacia 1517, en la ermita del Santo Cristo.

La adquisición de unos terrenos para la edificación de su capilla, nos otorga una fecha aproximada de fundación de la corporación pasionista en nuestra ciudad, siendo el año de 1566 el más fiable, ya que es a la vez el año en el cual la comunidad franciscana funda su convento en nuestra ciudad bajo la advocación de Ntra. Sra. de los Remedios.

El Historiador Agustín de Horozco la cita ya en 1566 como la única cofradía de disciplina que existía en Cádiz. Ese año es en el que se funda el convento de San Francisco por Fray Juan Navarro, Guardián del Convento de Sevilla, probablemente influenciado por el espíritu reformista tras el Concilio de Trento que culmina en 1564. Sin embargo, no se puede afirmar que el convento y la Vera-Cruz tengan el mismo punto de partida, probablemente la cofradía existiese ya algunos años antes de forma que su fecha de fundación es aún desconocida.

Alvaro Picardo y Gómez en su obra “Datos sobre la Muy Ilustre Antigua y Venerable Cofradía de la Vera-Cruz” Imprenta Salvador Repeto, Cádiz 1946, apunta que hacia 1569, ante el escribano público Don Jerónimo Valenzuela, fray Juan Navarro, fundador del convento, cede suelo para la fábrica de la capilla de la Cofradía.

El convento pudo construirse gracias a la venta de las capillas en propiedad a diferentes naciones, estamentos y familias de alta alcurnia. Gracias a esta financiación se levantan las capillas de las naciones, de Francia (S. Luis) y Portugal (La Paz y Animas), Orden Tercera, Vera- Cruz… así como a familias bienhechoras de Cádiz. La primera capilla en la que se da culto al Crucificado es la actual sacristía del convento. Hasta mediados del siglo XVIII no se configura la iglesia como la conocemos actualmente, construyéndose el actual retablo mayor por Gonzalo Pomar. Los altares de la Vera-Cruz también se realizan en este siglo, siendo de estilo rococó, de los denominados de “porcelana”.

El 22 de julio de 1579 firmó la escritura el guardián del convento fray Pedro Arnedo, y fue aceptada por el prioste de la cofradía Don Cristóbal Marrufo de Negrón y otro hermanos de la hermandad. Este título de propiedad se corresponde con la capilla que aún hoy en día conserva la corporación en la nave del Sagrario de la iglesia del Convento franciscano.

Se conserva en el archivo la escritura de propiedad. Siendo Prioste Evelio Ingunza, tuvo que sacarla cuando los frailes se negaron a aceptar que la capilla fuese propiedad de la cofradía, “en la iglesia no existen propiedades”, se argumentó por parte de la Comunidad Franciscana.

Otro dato a resaltar, es el aportado por el historiador Agustín de Horozco, fechado en 1594: “era una de las que sacaban pendón en la Iglesia Mayor y era de disciplina”.

En el saqueo anglo-holandés de 1596, fue destruida una magnífica reja de caoba y ébano que cerraba la capilla de la cofradía, así como sus archivos, cosa esta última que dudamos, ya que es más que posible que los mencionados documentos se encuentren en Londres, como tantos otros.

Durante el Saco numerosas personas fueron capturadas por el Conde de Essex y llevadas a Inglaterra como rehenes. Fueron encarceladas en la torre de Londres pereciendo algunos de estos gaditanos por enfermedad. Los más afortunados como el Prioste de la Vera-Cruz, Cristóbal Marrufo de Negrón pudo regresar a Cádiz liberado después de su cautiverio. En el cabildo de salida de 1616, según se recoge en el libro de actas, se tomó el acuerdo por todos los hermanos asistentes de no celebrar la “subasta” para portar la Sagrada Imagen, sino que fuese su prioste Cristóbal Marrufo el portador de la misma en acción de gracias por haber vuelto a Cádiz después de su cautiverio. En ese año la Vera-Cruz procesionaba a las 4 de la tarde del Jueves Santo, haciéndolo cada dos años y realizaba estación de penitencia en 4 iglesias.

El estudioso y buen amigo Pablo Amador Marrero, Doctor en Historia, profesor del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Autónoma de Méjico, nos comenta como era común en la hagiografía de la Vera-Cruz que la imagen la portara un sólo hermano al que podían ayudar dos o más con sendas pértigas como aún ocurre en algunos lados. Precisamente en las actas del Congreso de Hermandades de Vera-Cruz de Zamora, acoge una referencia cuando hablan de la de Toro, en relación a un Cristo de caña que era portado por un hermano y donante de la escultura, el cirujano Benavides.

Verificando todo lo anteriormente mencionado encontramos en las Reglas de la Cofradía de la Santísima y Vera-Cruz, de Sevilla lo siguiente: “Abría la procesión una bandera negra con su cruz colorada, portada por el mayordomo. Después de dos en dos, uno enfrente de otro, los disciplinantes, y entre cada cuatro o cinco, dos de luz. Al final se llevaba “un Crucifijo grande en su cruz” portada por un clérigo con su “camisa negra”, acompañado por los cofrades que se señalaren, vestidos con su camisas negras y sus hachas. Acompañaban la procesión los frailes del Convento de san Francisco. Nunca llevaría música de cantores, sino “cuatro trompetas tañendo de dolor””.

Durante la Desamortización de Mendizábal, año de 1836, Don Francisco de Paula Mihura, en quién recayó el patronato Aguiñiga-Ochandiano, defendió a la Hermandad en el propio convento de San Francisco de la incautación de la propiedad de su capilla y sepulcros.

Otra fecha a destacar sería 1868: gracias a la gestión del Consulado de Francia, se evitó la destrucción de la capilla del Santo Cristo, pues como legítima e histórica propietaria de la capilla de San Luis de los franceses, intervino en contra de los planes de abrir una nueva vía urbana que necesariamente pasaba por el solar que ocupaba el convento. Planes urbanísticos fomentados por el entoces regidor de Cádiz, el altruista Femín Salvochea, que, como vemos, para unas cosas fue un santo varón (y que me perdone la expresión), y para otras, pues…, ¡que menos mal que se le truncaron las intenciones!.

En 15 de agosto 1891, vuelven los frailes a tomar posesión del convento. Con los mismos altares y con la imagen del Stmo. Cristo que regalara en 1773 Don Juan Gómez de Figueroa en su capilla, faltando casi todas las demás efigies ,-imágenes recogidas en el inventario de 1771 y en el acta de 1773-, algunas por ventas. Mucho más tarde, algunas de estas imágenes que de alguna manera sobrevivieron a la Desamortización, perecieron en los sucesos de 1931.

Una vez repasado los principios y por tanto la génesis de esta antigua Hermandad, dividiremos la historia de la misma en cuatro apartados o periodos. Los tres primeros, siguiendo las directrices de don Álvaro Picardo; y en el cuarto y último, recogeremos los hechos más relevantes sucedidos tras la reorganización, es decir, abarcará desde el verano de 1972, año en el que un grupo de jóvenes visitan la capilla de la Vera-Cruz de la mano de Manolo Grosso, hijo de D. Ramón, y de Antonio Márquez para convencer a la comunidad franciscana de la viabilidad del proyecto de reorganización de esta Antigua Hermandad, hasta nuestros días.

PRIMER PERIODO: desde su fundación hasta el saqueo de Cádiz por los ingleses.

Por analogía con la sevillana de la misma advocación, tendría dos clases de hermanos: los de luz y los de sangre. Los dos llevarían la cabeza y cara tapadas, con lo que hoy comunmente llamados “gatos”, forma de cubrir el rostro que perduró hasta finales del siglo XIX, y que curiosamente, tras la que podemos denominar “revolución estética de nuestra Semana Mayor” de la década de los 90 del siglo pasado, es la que utilizan nuestros tradicionales manigueteros.

Los de luz, serían una cuarta parte de los disciplinantes, portando hachones o cirios encendidos. En contraposición, los disciplinantes llevaban las espaldas desnudas y se azotaban con unas disciplinas conocidas con el nombre de silicios, similares a las utilizadas en ciertas congregaciones religiosas. Ni que decir tiene que las hermanas estaban al margen de todo esto.

Como hemos mencionado, el 1 de Julio de 1596 comenzaba el asalto a Cádiz. “Una gran parte del vecindario, temiendo que el enemigo viniera a sangre y fuego, confesó y comulgó, haciendo lo mismo el cabildo aclesiástico y el clero, cosumiendo las especies. Iniciando el ataque los ingleses a través de la calle Nueva, se dirigieron al parecer hacia el pozo de la Xara, el más importante de la ciudad y en el que repostaban los barcos que iban a las Indias, en su camino se encontraba el convento de San Francisco en el que se habían refugiado muchos vecinos, con el presidente del tribunal de la contratación y más de 130 religiosos. Al ser sitiado se rindió bajo ciertas condiciones.”

Ignoramos que tipo de imagen saldría en este periodo anterior al saqueo. Seguramente se trataría de una imagen de formato académico, para ser portada por algún hermano o fraile del convento, imagen que sería destruída en el asalto de 1596, como lo fue la famosa reja de caoba y ébano.

(La fundación de la Vera-Cruz, queda pues establecida aprox. entre 1566 y 1569. Jesús Nazareno entre 1590 y 1594. Tras el asalto se funda en el mismo convento franciscano Ntra. Sra. de la Soledad y Santo Entierro hacia 1598).

SEGUNDO PERIODO: desde el asalto 1596 hasta el sitio de Cádiz por las tropas napoleónicas.

No se tienen referencias de la imagen fundacional, se sabe que era portada por un hermano y que se subastaba en el cabildo dicho privilegio. Tras el saqueo son los franciscanos los que seguramente, fruto de sus misiones en el Nuevo Mundo, impulsan nuevamente el culto de la verdadera cruz de Cristo trayendo de América un nuevo crucificado para la cofradía realizado en pasta de papel. Fray Gerónimo de la Concepción en su libro “Emporio del Orbe” lo cita como “una devotísima imagen traída de Indias”.

En este periodo el Titular sería un cristo de papelón traido de las Indias, es decir, un Crucificado realizado en pasta de papel (técnica empleada en centro europa y posteriormente transportada a las Indias, donde los indígenas amoldan la manufactura de la imagen, a sus elementos: caña de maiz, pergaminos etc, … dar explicaciones de la existencia de más de tres crucificados del mismo material en el convento… la quema de dos de ellos… otro en San Luis y el tercero en la cripta siendo rescatado por los años noventa y trasladado a la casa de hermandad).

Dicha imagen saldría en parihuela, según era costumbre en la época. Su salida sería en procesión, unas veces en rosarios públicos, y otras, el Jueves Santo cada dos años y con sus cinco pasos, visitando cuatro iglesias, según comenta Alvaro Picardo, dónde se hacía estación de penitencia.

Desde luego, el cambio de manera de cargar el Xto., no sólo supone un cambio estético, sino que bien puede reflejar un cambio de pensamiento a la hora de disponer el culto público, es decir, la reafirmación de los postulados católicos frente a los movimientos protestantes: un Xto. redentor de todos, frente a la redención para unos pocos elegidos. Puede que este antiguo privilegio, fuese contrario a las ideas contrarreformistas, y ya no fuese bien visto por las jerarquías eclesiásticas. De todas fomas la carga en Cádiz sigue siendo la gran desconocida y menos estudiada de todas las Semanas Santas. Siempre he pensado que aquí ha perdurado un estilo que bien pudiera ser genovés de origen. Sobre los manigueteros, me llama la atención unas actas del Nazareno en la que se recoge el pago a los cargadores genoveses de los pasos, y a cierto numero de hermanos. ¿No pudiera ser que las maniguetas, los cargadores visibles si es que la carga ya se hacía por dentro del paso y con faldones, fuese un sitio de privilegio exclusivo par ciertos hermanos?. Es algo así como una vaga reminiscencia del antiguo privilegio de portar al Xto.

Los pasos serían: Stmo. Cristo. de la Vera-Cruz, San Juan Evangelista, Sta. María Magdalena, Stma. Virgen de la Soledad, Sta. Cena, Oración en el Huerto y el Santo Sudario. (mencionar que la Vera-Cruz de Jerez aún sigue saliendo un pasito con la Cruz y el Santo Sudario).

Según el inventario de Juan Gómez de Figueroa recogido en el libro de Actas y cabildos, que se conserva en el archivo de la Diputación Provincial, la Vera-Cruz poseía además numerosas alhajas de oro y plata, destacando dos custodias: una sobredorada para manifestar el Lignum Crucis y otra para su Divina Majestad.

Tenemos constancia de la estancia en Abril de 1616 de la imagen de la Virgen de la Soledad en la Catedral, con motivo de un novenario pidiendo lluvía para aliviar la mala situación de las cosechas.

En 1695 el Ayuntamiento concedió cien pesos al mayordomo de la Vera-Cruz, para el costo de una urna de plata para que Su Majestad pudiera salir en procesión.

En Febrero de 1766, fueron aprobadas por la Cofradía las nuevas constituciones. Nuevas reglas que conformaron entre otros, don Gerónimo Rabaschiero y Fiesco, don Juan Sopranis, don José del Duque, don Gerónimo Ariscum, don Domingo de Veyra y Pardo y don Juan Vidal y Tejero. El obispo de Cádiz, Fray Tomás del Valle les dió su aprobación en Marzo de 1766.

La hermandad estaba compuesta por lo más granado de la sociedad de la ciudad. El secretario era siempre uno de los cuatro del cabildo de la ciudad y las camareras damas de las más nobles y distinguidas de Cádiz.

Efectivamente aunque no se exigía linaje de nobleza para ingresar como hermano, como por ejemplo ocurría en la hermandad sevillana de Ntra. Sra. de la Soledad de San Lorenzo, sí parece ser que se cuidaba mucho la procedencia de sus hermanos. Se cita en el libro de A. P. que su Junta estaba compuesta siempre por uno de los cuatro corregidores de la ciudad y que todo personaje ilustre que arribaba a Cádiz una de sus primeras acciones era solicitar su ingreso en la cofradía.

En esta época se llevan a cabo los nuevos retablos, imágenes, andas, vestimentas, estandartes, etc., siendo uno de los momentos de más auge de la cofradía, pues no en vano nos encontramos en el llamado siglo de oro gaditano, el s. XVIII.

Tenemos que resaltar la retirada en 1740 de la antigua imagen de papelón, después de que un aguacero la hiciera casi desechable para el culto; se colocó en su lugar la traída desde Nápoles. Pasado doce años de su retirada, hubo de reponerse al culto la primitiva y dañada imagen, dado que los hermanos le rezaban a ésta, ignorando a la nueva.

Agustín Ponz, en su libro “Viaje de España” relata este hecho y como en el cabildo del 12 de marzo de 1773 los hermanos reciben la nueva imagen donada por el caballero de la orden de Santiago D. Juan Gómez de Figueroa, tesorero de la cofradía que, “A su costa y devoción, había hecho construir en Nápoles una nueva imagen del Stmo. Cristo, para que los hermanos determinasen su admisión y colocación en el altar, pues la primitiva imagen estaba muy deteriorada e imposibilitada para salir en procesión”. El cabildo acordó que a partir de entonces esta fuese la única y singular imagen a la que trubuten los cultos. Es curioso que se acuerda “hacerle algunos retoques de pincel para adaptarlo a la costumbre de nuestro pueblo”.

Según la documentación que disponemos, hasta 1824 estuvo en el altar de la capilla el antiguo Cristo de papelón traído de Indias.

Con el sitio de Cádiz por los franceses y la vuelta del deseado, el rey Fernando VII, se termina este periodo.

TERCER PERIODO: de la Desamortización, a posguerra.

Sin duda alguna, para bien o para mal, es la época más interesante de la cofradía. Ateniéndonos como venimos haciéndolo a los datos que nos suministra el Sr. Picardo, tenemos constancia que en lustro comprendido entre los años de 1820 a 1825, no permitió el Gobierno la salida de procesiones en Sevilla; entendemos que dicha prohibición abarcaría todo el territorio nacional. Tampoco se permitieron los desfiles procesionales en 1831, pero sí en 1832. Durante la guerra carlista, es decir, años de 1837 a 1839, nos encontramos con identica situación. (SU NO SALIDA).

Por documentación existente en el archivo del Gobierno Civil (estamos hablando de los años cuarentas del siglo XIX), en la desamortización de Mendizábal, el Gobierno se apoderó del convento franciscano entregándolo al Ayuntamiento. Aquí tenemos que resaltar un documento con fecha de 1834, en la que se da por extinguida la cofradía de la Vera-Cruz.

El 23 de mayo de 1843, y según fuente de don Luis Moro, un importante número de hermanos piden al jefe político “que sea restablecida la cofradía de Nuestro Señor de la Vera-Cruz y Cena Domine”; cuyas imágenes se encontraban abandonadas en San Francisco, situación que fue contrastada por el propio obispo fray Domingo de Silos Moreno. Se concedió el decreto de restablecimiento por la correspondiente autoridad gubernativa, el 28 de agosto de 1843, ratificándose años después, concretamente el 28 de agosto de 1846.

Tenemos constancia de la reclamación por parte de la Cofradía al Ayuntamiento, de unas dependencias propiedad de la misma que estaban usufructuando, litigio en el cual no vamos a detenernos, pero sí queremos comentar que finalmente dichas propiedades vuelven a ser posesión de la cofradía.

Y así llegamos a 1840, en donde la ciudad va recobrando su antiguo esplendor con el consiguiente resurgimiento de las procesiones. Podemos decir con fiabilidad que hasta 1851 no vuelve a salir la cofradía. En pocos años, el inicial empuje y ambiente de fervor de sus hermanos, se enfría, dejando de salir a partir de 1853. Sí existen datos sin embargo de una procesión magna en 1868, en la cual participa la cofradía con hermanos e insignias, pero sin pasos. En abril de 1885, don José de Luque y González, seguido de varios hermanos, elevan al obispo la petición para la reorganización de la cofradía, pero no se pudo llevar a efecto hasta el año siguiente, debido a la epidemia de cólera que asolaba a la ciudad. Vuelve a salir en el año de 1889, y en el de 1890.

“Constituida la Junta de Administrativa de Procesiones en 1892, salió esta cofradía el Jueves Santo con cuatro pasos; la Oración en el Huerto, el Titular, San Juan y Ntra. Sra. de la Soledad. Las túnicas de los penitentes, todas nuevas, eran blancas con el escapulario verde”.

Y así llegamos al siglo XX: en el año de 1905, se inicia una nueva reforma de la hermandad. Se venden pasos, en concreto la Sagrada Cena, transformando sus figuras en sayones y romanos, para acompañar al Titular de la Hermandad sevillana de Jesús ante Anás. Hoy en día dos de esos romanos, antes apóstoles se conservan en la hermandad del Amor de Jerez saliendo en el paso del Titular y Oración en el Huerto.

En estos años, el prioste de la hermandad gestiona la incorporación de una talla de Virgen Dolorosa que con la advocación de los Dolores, existía en el convento de las Descalzas. Finalmente, se obtiene la cesión de la Dolorosa, por lo que pasa a recibir culto en la capilla de la Vera-Cruz, saliendo con el San Juan y Santa María Magdalena. Desgraciadamente estas imágenes perecieron en los sucesos del saqueo de 1931, precisamente el 12 de mayo. Hechos vandálicos organizados desde Madrid, siendo ministro de la Gobernación don Miguel Maura y Gamazo, actos que se extendieron como la pólvora. Tenemos que destacar que en aquellos angustiosos años don José González y Fernández de la Bandera, ocupaba el cargo de Gobernador Civil, y era nuestro alcalde, don Emilio de Sola.

La ubicación del convento franciscano, adosado a las casas vecinas, evitó su quema, siendo los propios vecinos quienes se opusieron a tan cruel hazaña. Satisfizo la plebe sus ansias destructivas con la quema de enseres e imágenes en la propia plaza, ignorando que lo que realmente estaban llevando a cabo no era más, que la propia destrucción de parte de su historia y del patrimonio común; y que con este tipo de actos, ni les eran atendidas sus legítimas peticiones de mejora, y por supuesto, tampoco les resolvía la maltrecha situación de la empobrecida y muy necesitada sociedad obrera de nuestro país. Afortunadamente en el año 36, el convento que nos acoge no fue objeto ni de saqueo ni de violencia, estando por previsión, a buen recaudo nuestro amantísimo Titular.

La Capilla del Sagrario, pasto de las ordas

En 1938-39 salió modestamente la cofradía, tan sólo con el paso del Titular, y al año siguiente, acompañado de una talla de la Virgen de los Dolores, imagen procedente de la iglesia de Capuchinos, que luego pasó a San José, y que desapareció en un incendio fortuito, salvándose sólo las manos. Las manos, las podemos ver actualmente en la Iglesia del Rosario, una vez que fueron cedida por la familia Accame.

En 1941 se vuelve a agregar al cortejo procesional, el paso de la Oración en el Huerto, con el ángel antiguo (que se vendió en 1905). El Cristo, de madera tallada y en la actitud orante propia de su iconografía, era obra de Francisco Carrasco. Vuelven a ser años de esplendor, contándose en nómina unos doscientos veinte hermanos, entre hermanos y hermanas.

El 16 de enero de 1944, y según el Acta núm. 187, la Junta de gobierno de la Hermandad, acuerda por unanimidad, contratar en firme con el escultor de Higuera de la Sierra (Huelva), con taller en la capital hispalense, don Sebastián Santos, la talla de una imagen de la Stma. Virgen en su advocación de la Soledad. No podemos olvidarnos la gran labor y el aporte económico que supuso en estos años los patrocinios por entidades solventes y en nuestro caso hemos de mencionar la estrecha relación que se tuvo con la Diputación.

Nos encontramos pues, con una Hermandad consolidada, en donde lo más granado de la sociedad gaditana, vuelve a formar parte de la corporación. Llegando así hasta el año 1969, último año en el que Vera-Cruz procesiona por las calles de Cádiz, gracias a la familia Grosso y concretamente al compromiso de Manolo, hijo de D. Ramón, que comentó a la Junta Reorganizadora la promesa que le hizo a su padre de sacar la cofradía para cumplir de esta forma con su última voluntad. Durante la salida el propio Manolo llamó a su padre por teléfono al hospital de Madrid en el que se encontraba ingresado, para que escuchara por teléfono los sones de la marcha real a la salida del paso del Stmo. Cristo. Posteriormente, la antigua e insigne corporación cae una vez más en el olvido.

CUARTO PERIODO: de la reorganización a nuestros días.

El punto de partida de esta última reorganización, tiene como referencia un movimiento cofrade surgido de alumnos del colegio San Felipe Neri de Extramuros, los cuales, pretendían fundar una cofradía con el Crucificado existente en la Iglesia del colegio.

Recuerdo vagamente los hechos, pues a la sazón en aquellos años terminaba, C.O.U. Curiosamente era el primer año de implantación de dicho curso, que vino a sustituir el término P.R.E.U., incluso se dió el caso del simulacro de un supuesto milagro realizado por la citada imagen, lo que propició, ante el reclamo de tal hecho, la visita masiva de todos los alumnos del colegio al Crucificado. Con el transcurrir de los años, ni que decir tiene, que los supuestos hechos milagrosos, posiblemente sucedieron con una muy clara intención.

Según hemos podido recabar, mucho se trabajó en el proyecto de esta nueva cofradía de penitencia: se elaboraron unos estatutos básicos, escudo, hábito (cuyo diseño era muy similar al de la hermandad de San Esteban de Sevilla), así como una junta proculto que se presentó ante el Director de colegio, por entonces el sacerdote Fernando Cano Manuel, para exponerle el proyecto de la nueva hermandad de penitencia. Tenemos que decir que Don Fernando es una persona dotada de una sensibilidad especial, al que tuve el honor de tener como profesor de Historia del Arte, y que recientemente ha visitado nuestra ciudad, de la que ya está ausente, pues desde muy temprano, se inclinó por un gran proyecto de misiones en Brasil, en el cual, aún continúa. En la reunión mantenida con el Director, éste se mostró muy escéptico, negándose a que se fundara la hermandad y no dejando ninguna esperanza para continuar con dicho proyecto.

Según testigos presenciales, en la madrugada de 1971, esperando el paso de la cofradía de la Sanidad por la plaza Topete, un grupo de jóvenes cofrades, entre los que se encontraban Luis Miguel Trillo, Manuel Fuentes Sorrivas y Alfredo García Portillo, comentaban la idea de formar una Cofradía con el Cristo de la Redención existente en la capilla penitencial del colegio que regenta la Compañía de María (Marianistas). Ofrecieron esta sugestiva propuesta a un también joven Juan Manuel Marrero Duarte, hermano de la Sentencia y vocal de la Junta Oficial de Cofradía, que la acogió como suya, y que propició la elevación del dicho proyecto a su presidente, Don Antonio Márquez.

Hemos de destacar que ante la escasa edad de los interesados, la propuesta causó el natural asombro en la jerarquía eclesiástica, y por supuesto, la consabida respuesta negativa. Sin embargo, como “Dios escribe con renglones torcidos”, según palabras de Santa Teresa, tras esta negativa, D. Antonio Márquez, que, como anteriormente hemos comentado, ya conocía las intenciones de los jóvenes cofrades por medio de Juan Manuel Marrero Duarte (hecho verificable pues el joven vocal de la Junta, pertenecía al grupo de amigos encabezados por Antonio Gutiérrez Molina, primo de Luis Miguel Trillo), se puso en contacto con el grupo de jóvenes cofrades.

Hubo una previa comisión gestora en la Casa de la Iglesia y todavía algunos integrantes recuerdan la consulta con antiguos miembros de la cofradía como Cayetano Súnico, Valentín Pascual y Antonio Lozano, este último que poseyendo un chalet en Avenida de Portugal llamado la Quinta ofreció una carreta para procesionar la Virgen algo que a estos jóvenes les pareció monstruoso. La primera salida como Comisión Gestora tuvo lugar en representación en el Santo Entierro con una sección completa, siendo gran novedad en la calle, lo que propició numerosos comentarios.

El Sr. Márquez Ávila “no podía dejar que se desaprovechase este grupo de jóvenes cofrades”. En dicha reunión se ofreció la oportunidad de reorganizar “la Cofradía más antigua de Cádiz cuyas imágenes no recibían culto desde la muerte del mayordomo, D. Ramón Grosso Portillo”. Luis Trillo, entre otros, nos recuerda la mañana del verano de 1972, en la que visitaron la capilla de la Vera-Cruz de la mano de D. Manuel Grosso, hijo de D. Ramón, y de D. Antonio Márquez, para convencerles de la viabilidad del proyecto para la recuperación de la Cofradía y de su antiguo esplendor, y ganarse el apoyo de la Junta Oficial de Cofradías, y por supuesto, de la familia Grosso, como principal referente de lo que quedaba de la antigua corporación.

Afortunadamente la idea cuajó, a nuestro parecer con la condición “sine qua non” de que tendría que ser presidida por una persona mayor y respetable, cargo de Prioste que recayó en Don Evelio Ingunza y Barcala. A partir de estos hechos, y tras el visto bueno de la Comunidad franciscana se convocaron a los pocos hermanos que quedaban (aprox. 60), para exponerle la nueva situación que se planteaba en la cofradía. Según testigos presenciales, fue una jornada inolvidable: se llegó al acuerdo de reorganizar la Cofradía con una Junta que estuviese integrada por antiguos y por nuevos hermanos. La terna presentada para hermano mayor estuvo integrada por José Joaquín Morgado, Miguel Angel Morgado Conde y Evelio Ingunza. Hasta llegar a ese cabildo, se les ofreció por parte de D. Antonio Márquez, una entrevista con el Dr. D. Evelio de Ingunza y Barcala, figura que como anteriormente hemos mencionado encabezaría la figura de Hermano Mayor de la primera Junta de Gobierno de la Cofradía. Primero se instituyó la Junta Procultos y seguidamente, se convocó el Cabildo extraordinario para la elección de la nueva Junta de Gobierno. En la casa de la Iglesia, sito en el Hospitalito de Mujeres, y en la sede de la Junta Oficial de Cofradías, se celebraron en ese año de 1972, el Cabildo. Se aprobó, pues, una Junta de Gobierno que encabezada por D. Evelio Ingunza, además de D. José Repeto Carpio, D. Manuel Grosso, D. Manuel Fuentes Sorrivas, D. Alfredo García Portillo y D. Luis Trillo, con la dirección espiritual de Fray Nicolás Juez.

No olvidemos la labor desempeñada por el entonces Vice-Hermano Mayor de la Hermandad del Nazareno Fernando Pro, Oficial Mayor del Ayuntamiento, que en todo momento asesoró al futuro Hermano Mayor Evelio de Ingunza

Esta Junta instituye nuevamente el culto a los Titulares y dota a la cofradía de una casa de hermandad para la convivencia y unión entre los hermanos. Se promovió una labor de captación de nuevos hermanos, la cual, logró un considerable incremento en el censo, pasando de los 60 antiguos a superar los 300, la mayoría jóvenes. En la Cuaresma de 1973 se celebró el primer Triduo de la reorganización, que predicaría el Canónigo Magistral de la Catedral de Cádiz P. Bernabeu Osset. En sus homilías reflexionó sobre las tres cruces del monte Calvario, culminando el último día del Triduo, con su visión sobre la Verdadera Cruz de Cristo como Principio Penitencial de Cádiz y símbolo principal de Salvación para los cristianos.

A lo largo de 1973, la nueva Junta de Gobierno consolidaría la vida de la hermandad y

Nuestros Titulares, preparados para la Salida en 1975

prepararía su primera salida procesional. De esta forma llegamos al día 8 de abril de 1974, Lunes Santo, en el cual, la Cofradía de la Vera-Cruz vuelve a procesionar, y muy dignamente, a sus Titulares en un solo paso, el del Stmo. Cristo figurando la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad a los pies el Crucificado, en una estampa que resultó ser muy singular y novedosa para los gaditanos. En la segunda Junta encabezada por D. Gabriel Sánchez de Lamadrid ya formaron parte algunos hermanos que no tuvieron cabida en el reactivación de la Corporación, entre otros, D. Miguel Morgado Conde, quien con tan sólo 18 años ocuparía el cargo de Fiscal 1º del Cristo, Juan Manuel López Alcalá (Fiscal de la Virgen) y Manuel Miraut González de la Torre que era el vestidor de Ntra. Sra. (Mayordomo de Culto). Posteriormente ocuparían el cargo de Hermano Mayor, D. Gabriel Sánchez de Lamadrid, D. Antonio Gutiérrez Molina, D. Enrique Hormigo (no electo en cabildo sino H. M. en funciones, por la dimisión de D. Antonio Gutiérrez Molina), D. Melquíades Brizuela Carceller, D. Francisco Jiménez Salguero y D. Miguel Ángel Morgado Conde, llegando así hasta nuestros días…

Así pues, esta es, la historia de nuestra Cofradía, de cual, hoy somos su vigoroso presente, y mañana hemos de ser, su histórico y orgulloso pasado; o al menos esa ha de ser siempre nuestra intención.

Para terminar esta breve aproximación a la Historia de esta tan querida Hermandad, pido un fuerte y sentido aplauso, pero no para mi persona que torpemente ha intentado acceder a los datos aquí referidos, sino para todas aquellos nombrados o en el anonimato que propiciaron esta apasionante historia de la que hoy por hoy es pionera y decana Cofradía de la Vera+Cruz de esta tan siempre querida mi ciudad de Cádiz.

Miguel Angel Castellano Pavón.

Lcdo. Filosofía y Letras. Miembro del Voluntariado para el Patrimonio, y hermano de la Vera-Cruz.


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