El año 1986 supuso un antes y un después en el desarrollo patrimonial de nuestra Hermandad. Podemos decir también, sin temor a equivocarnos, que casi supuso también un antes y un después en el concepto artístico de la Semana Santa gaditana, carente en aquellos años de estrenos más allá de obras menores.

En el año 1986, la Hermandad aprueba mediante Cabildo Extraordinario de hermanos, la ejecución de un nuevo Paso para el Titular, más acorde con la valía artística de la factura del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, una talla genovesa atribuida -con más acierto- al círculo de Antón María Maragliano, y los Cristos de la Liguria italiana.

Como ya se ha mencionado en más de una ocasión, la Cofradía tuvo claro desde un primer momento que el Paso no podía ser uno más. Los Pasos de Semana Santa son “Altares en movimiento” y, por tanto, debía encerrar una Iconografía rica, catequética, histórica y acorde en este caso al momento de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Así, las Cartelas del Canasto del Paso del Santísimo Cristo nos cuentan con todo lujo de detalles la historia del origen del Culto a la Santa y Vera+Cruz, recogiendo las de los respiraderos momentos de la Soledad de la Virgen tras recoger a Cristo muerto en la Cruz, el abrazo de San Francisco o la Adoración a la Santa Cruz del Rey Constantino y su Madre, Santa Elena.

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Pero siguiendo con el artículo que nos ocupa, quizás alguna vez haya llamado la atención las cuatro Imágenes que escoltan el Canasto de nuestro Paso: San Andrés, el Centurión Longinos, Santa Elena y María Magdalena. Las tres primeras se hicieron a semejanza de las que se encuentran bajo los pilares que sostienen la cúpula central de la Basílica de San Pedro del Vaticano, unas colosales obras marmóreas ideadas por uno de los últimos genios de Roma, Gian Lorenzo Bernini (1598 – 1680). Para la ejecución de la Imagen de la Magdalena Penitente, se tomó como modelo la que esculpiera Pedro de Mena (1628 – 1688) y que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

¿Y por qué la Hermandad elige esas Imágenes y no otras? Custodiando la tumba del primer Papa en la Tierra, San Pedro, se erigieron estas esculturas de Santos vinculados en cierta medida a la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, resguardando sus Reliquias. Si bien, aunque inicialmente cada Capilla custodiaba una de ellas, actualmente las Tres Reliquias Insignes están todas en la Capilla de la Verónica.

La Hermandad tan sólo prescindió, respecto a las que se encuentran en el Vaticano, de la Imagen de la Santa Mujer Verónica al entender que se relaciona más con el momento de la Pasión de Jesús con la Cruz al Hombro y no con el de nuestro Titular, esto es, Jesús muerto en la Cruz. De ahí que se escogiera en su lugar la Magdalena Penitente arrepentida.

Adentrándonos ya en la hechura de las esculturas vaticanas y su correspondencia con las que nos realizara D. Manuel Carmona en su taller de Sevilla, fueron encargadas por Urbano VIII (1623-1644) a raíz de las ideas arquitectónicas de Bernini, aunque finalmente el artista sólo llevase a cabo una de ellas.

La Capilla que acoge la Imagen de Santa Elena, contenía una parte de las reliquias de la Vera+Cruz, custodiadas originalmente en la Basílica de La Santa Cruz en Jerusalén, o Sessoriana, que según la tradición, la Emperatriz trajo de La Tierra Santa. Nos lo confirma también la inscripción: “Partem Crucis, quam Helena Imperatrix è Calvario in Vrbem adduxit, Vrbanus VIII. Pont. Max è Sessoriana Basilica desumptam, additis ara, et Statua, hic in Vaticano collocauit”. La Reliquia fue mandada trasladar a San Pedro en 1629 por Urbano VIII con ocasión de la Consagración de la nueva Basílica, y exactamente en el 1300 aniversario de la Consagración de la primera Basílica, la Constantiniana.

La escultura, de Andrea Bolgi (1605-1656), también llamado el ‘Carrarino’ nos retrae a la Santa como normalmente se la ve retratada en la iconografía, es decir, sosteniendo la Cruz.

De las cuatro, Santa Elena está considerada como la menos expresiva.

La escultura de Longinos, el Legionario romano que atravesó con su lanza el costado de Cristo en la Cruz, es obra de Bernini y fue realizada entre 1628 y 1638. La Reliquia que se conservaba en esta Capilla era la punta de la Lanza, la Santa Lanza que atravesó el Costado de Nuestro Señor Jesucristo, como también nos confirma la inscripción: Longini Lanceam, quam Innocentius VIII. á Baiazette Turcarum Tyranno accepit, Vrbanus VIII. Statua adposita, et Sacello substructo, in exornatum conditorium transtulit”

Esta lanza pudo llegar a Roma en 1492, gracias a un ‘acuerdo’ entre el tirano turco Bayazid (Bayaceto) y Bonifacio IX. El Papa habría ‘retenido’ en territorio italiano al hermano del tirano, caído en manos de los cristianos, porque hubiera sido una amenaza al trono, y el favor habría sido recompensado con esta preciosísima reliquia.

La Imagen de Longinos que nos presenta Bernini no es el que hiere a Jesús, sino el soldado ya convertido; aquel que mirando a Cristo muerto en la cruz, dijo: “¡Verdaderamente este hombre era el hijo de Dios!”.

Ya no tiene ni coraza ni yelmo. Está lleno de dinamismo y teatralidad, aspectos estos, muy típicos del barroco y de su autor.

En otro de los pilares que sostiene la cúpula encontramos la cuarta Capilla de las Reliquias.

Aquí se custodiaba la cabeza de San Andrés Apóstol. La Reliquia ya no se encuentra en el Vaticano, porque fue devuelta por Pablo VI a Patrás, en Acaia, de donde había venido, para cumplir con una antigua promesa hecha por el Papa Pío II.

La inscripción recita: S. Andrea caput, quod Pius II. ex Achaia in Vaticanum asportandum curauit, Urbanus VIII. nouis hic ornamentis decoratum, sacrisue. statuae, ac Sacelli honoribus coli voluit”

La estatua es de Francisco Duquesnoy (1597-1643), también llamado el Flamingo. Vemos a un San Andrés representado con el instrumento de su martirio: la Cruz en forma de aspa.

La posición de esta escultura es similar a la de Longinos. Los dos Santos tienen los brazos abiertos, el torso desnudo, la mirada hacia arriba, con el peso del cuerpo apoyado en la pierna izquierda. Probablemente fue por indicación del mismo Bernini. Algunas de estas características las vemos también en la Santa Elena de Bolgi. Sin embargo, no respeta estos criterios la Verónica de Mochi, pudiendo ser esta la razón de la desaprobación berniniana.

Finalmente como ya hemos mencionado anteriormente, se sustituyó la marmórea Santa Mujer Verónica, una obra de Francesco Mochi (1580-1654), por la Magdalena Penitente  inspirada en la que realizara Pedro de Mena. En 1663, durante su estancia en Madrid, Pedro de Mena recibió el encargo de esta Magdalena Penitente para la Casa Profesa de Jesuitas de la capital, que realizó a su vuelta a Málaga en 1664 -según consta en las tres inscripciones de su peana-, inspirándose en otra escultura del mismo tema conservada, al menos desde 1615, en el convento madrileño de las Descalzas Reales y relacionada con la producción del maestro vallisoletano Gregorio Fernández. 

Partiendo de un modelo ajeno, Mena realizó una de sus creaciones más personales y una de las cumbres de la plástica hispana. Resuelta con esencial simplicidad, la figura se envuelve en una rígida estera de palma concentrando la expresividad en el rostro y las manos. En la que aparece en nuestro Paso, se sustituyó esa estera por una piel de cordero; demacrada por la penitencia, sumida en una dolorida reflexión se abstrae en un mudo diálogo místico con el Crucifijo que sostiene en la izquierda, mientras se lleva la derecha al pecho en un explícito gesto exaltación contenida. La extraordinaria calidad de la talla se completa con una magnífica policromía naturalista haciendo de esta escultura una de las que mejor reflejan la habilidad técnica de Mena.

Hasta aquí el artículo con el que hemos pretendido que el lector, cuando acuda a la Iglesia de San Francisco durante el montaje de los Pasos en Cuaresma o aprecie su caminar en la tarde-noche de Lunes Santo, pueda abstraerse varios siglos atrás y apreciar como un Maestro de la Italia del XVI como fue Bernini, pudo inspirar la hechura de las Imágenes que custodian el gaditano Canasto del Paso del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz.

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