Hemos parado

el vuelo de Tus manos.

Dos palomas quietas,

arrobadas por el brillo

nacarado de las madreperlas. 

 

Suspendidas, hermosas,

en el silencio de la Eternidad.

 

No existe la gravedad

para ese vuelo santo,

donde el viento

que viene del Sagrario,

levanta parada

la Torre de Marfil

que nos acoge.

 

Beso,

el vuelo de Tus manos.

Y dejo una lágrima

de Lamartine,

que corra sonora,

por esa arquitectura sublime

de la madera encarnada.

 

Binomio sobrecogedor,

éste de Tu mirada

y el puerto de Tus manos.

 

Remanso de Paz,

dentro de los estigmas del Cristo.

 

Llamada irresistible,

en medio del mar

de la Eternidad :

Tus manos.

 

 

A Alberto, que tiene el método perfecto, hermosa construcción, para querer a la gente.

         A las puertas del Nacimiento del Cristo. 2018.

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